CIUDAD DE MÉXICO. La segunda novillada de la temporada en la plaza de toros Arroyo fue protagonizada por la entrega de seis novilleros; sin embargo, destacaron Emiliano Osornio -oreja- y César Ruiz -dos orejas-.
Todo o nada, así transcurrió una tarde que nos deja grandes enseñanzas. Por una parte, el manejo clásico de Emiliano Osornio, torero con empaque forjado en ese corte de temple y autenticidad y, por otro lado, la presencia de César Ruiz, novillero con poco rodaje pero que apostó el alma en una actuación llena de valor, de ese empuje que todo novillero debe tener.
Con el capote y las banderillas regaló ese gusto y deseo de no irse de vacío y con la muleta por momentos muy asentado y con ese trazo largo y hondo, convenció y, por ello, salió a hombros.
Abre Joaquín Aguilar
Chamberín, de 406 kilos, del hierro de Joaquín Aguilar, que dejó un buen saludo capotero, gustando en el quite estoico que hizo por gaoneras.
El brindis de su faena dedicado a Pedro Haces, para comenzar por alto si labor ante un ejemplar que se revolvía con prontitud.
Qué claridad de ideas mostró el joven tlaxcalteca, quien supo esperar por el izquierdo al novillo, firmando una serie con pulcritud, hondura y temple. Por el derecho, regateó más las embestidas, pero así, muy cerca de tablas, le extrajo con poder los muletazos.
La afición reconoció lo bien hecho por Ortega que sigue demostrando su crecimiento profesional, teniendo siempre los recursos para que su faena no fuera a menos, sino por el contrario, se mantuviera generando la atención.
Los últimos pasajes, muy bien plantado, siempre firme y dibujándose por el izquierdo con pases llenos de técnica, siempre con una abanico de variedad.
La ración de acero no fue suficiente y ha tenido que tomar la espada corta, acerando al primer intento. Escuchó un aviso y dio una merecida vuelta al ruedo.
Ensamble, de 432 kilos, segundo del festejo, correspondiendo al zacatecano César Pacheco, que dejó un buen saludo con el percal con variedad en el quite.
Un novillo con menos transmisión, y recorrido que había que cuidar mucho. Bien lo entendió Pacheco que supo dar el tiempo y distancia que requería el de Joaquín Aguilar, estando bien, sacando los muletazos con valía y mucha verdad.
Pacheco lo puso todo, siempre en el ánimo de agradar, pues esta tarde le significaba mucho, por ser su reaparición. Mató al segundo viaje y saludó en el tercio.
No me olvides, de 440 kilos, para el novillero Lázaro Rodríguez, que dejó destellos de calidad, buscando por ambos pitones al novillo de Joaquín Aguilar.
Al final, el novillero regiomontano terminó por construir una faena variada. Palmas.
Fallos
Hierba Santa, de 448 kilos, cuarto del festejo, correspondiendo a Jesús Sosa quien tuvo variedad con el capote. Un cambiado por la espalda fue el prólogo de su faena ante el poco juego del novillo. Poderoso se mostró el novillero que plantó cara y supo extraer buenos muletazos. Falló con la espada y saludó en el tercio.
Poco Fino, de 404 kilos, para Emiliano Osornio, que mostró sus buenas maneras, con mucha clase y temple en el inicio de su faena, ante un pitón derecho que tuvo calidad.
Portentoso con los derechazos, fino y con tersura acompañando el trazo con la cintura. En Emiliano habita un torero con mucha clase. Un cambio de mano deletreado y comenzó el toreo por el pitón izquierdo, con buen ritmo y el sentimiento puro de quien busca trascender.
Emiliano convenció a un público cautivo que sabe apreciar el buen toreo, el de sentimiento, ese que sale del alma y mueve tus manos a compás con la muleta.
Dos orejas para Ruiz
Cocinero, de 420 kilos, tuvo una buena salida y permitió la variedad al novillero hidrocálido César Ruiz, quien gustó por la alegría puesta.
Mucho valor, antes que una buena técnica, puso con las banderillas, cerrando con un par de cortas. Con la muleta bueno fue el inicio, llevando de menos a más al novillo de Joaquín Aguilar. Encontró el punto de equilibrio y pudo correr la mano, con muy buenos muletazos, que buen sabor puso a su faena, y aunque sabemos, falta rodaje y de pronto las tandas no las remata o se pierden, cuando corre la mano emociona y eso se agradece.
Certero con el estoque de verdad consiguió cortar dos orejas.