Conmemoraciones selectivas
No estoy sorprendido por la inexistencia de algún acto gubernamental que recordara el aniversario luctuoso del pianista Manuel M. Ponce en Fresnillo o en la capital estatal. El lunes se cumplieron 75 años de la muerte del creador nacido en la gran ciudad del estado.
El contraste: con bombo y platillos está el aviso sobre las celebraciones por los días del niño (peleas de luchadores); por las madres (concierto con una referente del feminismo emancipador); y, los estudiantes (un concierto con música ligera).
La ausencia sobre Ponce ratifica: el horizonte cultural de los actuales administradores públicos es selectivo en lo que concierne al fomento de una identidad histórica y con reconocimiento por lo artístico; dejan de lado a un maestro y fomentan a la expansión de las multitudes anónimas. Procuran la grita de lo efímero e inmaterial.
Juárez en la UAZ
Mañana, en el Campus siglo XXI de la UAZ, será desvelada una escultura que representa a Benito Juárez. La obra es una donación de la Universidad de Oaxaca. El acto es parte del programa de “hermanamiento” universitario.
Juárez no es un ausente en la historia de la UAZ. En el siglo 19 el Instituto de Ciencias conmemoraba cívicamente al expresidente. En el 20, hubo facciones juaristas y antijuaristas, probronces y antibronces que convivían obligadamente sin mala o buena fe.
La familia ex presidencial
En el verano de 1914, durante los meses coetáneos a la fatídica acción revolucionaria sobre la ciudad de Zacatecas, el general Porfirio Díaz vive en Francia. Con él está parte de su prole. Entre ellos está María Luisa Raigosa García. Ella era hija de Genaro Raigosa, ex gobernador de Zacatecas. El general Díaz le decía güerita.
Durante aquella temporada, los Díaz acudieron a Biarritz. El viaje de descanso era una práctica cotidiana, desde los años de poder en México. En los días del verano y otoño estuvieron en la villa Espoir. El lugar era un sitial común para millonarios y aristócratas. En 1910, la familia de la gran duquesa Xenia Románova, hermana del zar Nicolás III, se alojó allí.
En Espoir, los hombres adultos Díaz hicieron de la guerra europea un tema cotidiano. En la mesa del comedor colocaron un mapa del continente, y con banderitas señalaron trincheras, batallas, avances y retrocesos de los ejércitos prusianos y franceses. Mientras los adultos analizaban la guerra, María Luisa Raigosa vigilaba el hacer de sus hijos: una niña y seis niños.
Las hijas del general, Amanda y Luz, permanecieron en México. Francisco Rincón Gallardo era el esposo de Luz. Ignacio de la Torre y Mier de Amanda. Ambos hacendados y opuestos a la guerra civil prevaleciente en el país. Ellas vivían en una casa de la calle de Durango, en la Ciudad de México.
En la misma temporada de Espoir, Ignacio estaba en la penitenciaría de Lecumberri. La prisión era por su apoyo sin escrúpulos al gobierno del general Victoriano Huerta.
Martín Luis Guzmán escribió en El águila y la serpiente sobre Amanda. Ella, según Guzmán, concurría cotidianamente a la cárcel para visitar a su esposo Ignacio. Llegaba “oscura y esbelta la silueta… pasaba, sola y vestida de negro, por los patios y pasillos siniestros de una prisión. Pero es seguro que hoy no era menos ni valía menos que antes. Su bello rostro de india, oculto en parte por el sombrero airoso y sencillo, no acusaba huellas de dolor ni de tristeza: sólo una tranquila dignidad, consciente, melancólica, y tan afirmativa que algo de ella se quedaba en el aire y en todas las cosas”.