ZACATECAS. Alejandra Guerrero, teniente enfermera, y Marisol Bernal, subteniente de servicio del Hospital Militar de Zacatecas comparten el mayor reto de su vida: ser madres, esposas, hijas y parte de las Fuerzas Armadas de México.
Ambas uniformadas coincidieron que el orgullo y la disciplina de ser militares son cosas que además de forjarles valores consolidados, les ha permitido tener una vida laboral estable, una carrera fortalecida y con posibilidad de un mayor desarrollo.
Además, aseguraron que con disciplina han logrado uniones firmes y familias íntegras en valores con la sola convicción de servir y ser leales al Ejército Mexicano. Aunque no ha sido tarea fácil.
La distancia, un gran desafío
Marisol Bernal es madre de un adolescente de 14 años, que está al cuidado de su abuela, ya que su pareja también es parte de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), y está de servicio en Jalpa.
Precisó que lo más difícil de sobrellevar es la distancia, primero con su hijo, quien continúa en Saltillo, Coahuila, “porque apenas llegué a Zacatecas y él podrá llegar hasta julio, cuando termine el ciclo escolar”.
Reconoció que también no es fácil estar lejos de su marido, quien se encuentra en la Primera Compañía de Infantería No Encuadrada en Jalpa. Aunque aseguró que “los lazos entre la familia son fuertes y aprovechamos cada minuto para estar reunidos. Cuando él descansa me viene a visitar, procuramos vacacionar juntos y estar siempre pendientes”.
La subteniente señaló que, pese a esta circunstancia, su hijo “está muy orgulloso y valora si seguirá mis pasos como militar”.
Un reto mayor: ser hija
Alejandra Guerrero tiene dos pequeños, quienes apenas descubren que su mamá es militar y todo lo que ello conlleva, aunque asegura que lo más difícil de la vida castrense es ser hija.
Explicó que tiene varios años que no ha podido visitar a su familia y solo ha convivido con sus hijos y marido, pues “mi mamá cuando me busca me dice: ‘no te llamo porque tal vez estás trabajando y te regañan’”.
No obstante, la vida como enfermera militar es algo que nunca ha pensado en abandonar, “desde la preparatoria me di cuenta que es algo que me gusta mucho. Fueron cuatro años de adiestramiento y educación; durante los otros 11 he estado en cinco lugares diferentes”, precisó la teniente.
Es entonces cuando la movilidad juega un papel importante y se combina con la maternidad, “porque mis hijos son pequeños y apenas se dan cuenta que sus papás son militares, entonces no preguntan tanto por qué están en varias escuelas, pero el mayor orgullo es que nos imitan en sus juegos”, explicó Alejandra.