¿A quién le hablan?
Los indecisos promedian 18 puntos. Partidarios de la 4T se dividen entre simpatías pronunciadas y juegos de descarte y en este escenario los aspirantes a la Coordinación de la Defensa de la Cuarta Transformación definen sus mensajes con cierta dispersión y vaguedad. La claridad del retrato hablado de a quién se dirigen se relaciona con su propio perfil político, uno que han venido forjando desde hace muchos años, hasta llegar a este punto en la historia.
Después de romper la narrativa que postulaba un liberalismo económico, libertarianismo social y paradigmas de economía y financismo globales, López Obrador parece haber dado el chasquido de dedos para interrumpir el trance hipnótico en el cual dormía el país desde finales de los ochentas. La generalización de esos dogmas ya no es absoluta. Persisten los círculos sociales y empresariales donde no se concibe el desarrollo de otra forma: la economía debe ser global, y el consenso de Washington es el camino de la prosperidad. Fuera de eso, acechan el abismo y la regresión. Todavía hay quienes lo creen; cada vez son menos.
Ya comienza a sentirse la diversidad hasta para imaginar el progreso y la prosperidad. Aun y cuando los promotores del globalismo contra el nacionalismo y de integración norteamericana contra soberanía siguen siendo hegemónicos en medios tradicionales, también rifa que estos han dejado de predominar para dar lugar a la conversación (y discusión) en redes.
Las grandes proporciones de apoyo al presidente ponen a pensar a muchos que quisieran una parte de esa sólida popularidad para sí mismos. Otros equivocan la interpretación argumentando de manera simplista que la gente “quiere” a López Obrador porque “les da dádivas”. Persistir en esa simplificación mantendrá a los principales opositores en números apenas risibles para plantarle cara a cualquiera que resulte coordinador.
Claudia Sheinbaum tiene una solidez envidiable en los muchos simpatizantes del morenismo, en la percepción generalizada es la principal “heredera” (aunque el término sea urticante) de la praxis lopezobradorista. Claudia no tiene que venderse como todo lo anterior, el electorado a quien ella habla ya lo sabe. La ex jefa de Gobierno de CDMX tiene la consigna de conservar ventaja y predicar a los convencidos sin dogmatizar a niveles que la orillen al error.
Otro asunto distinto es Marcelo Ebrard, quien según la encuesta de Buendía para El Universal es muy aceptado entre opositores a López Obrador. Ebrard es considerado el más neoliberal de los aspirantes; también lo piensan así los principales comentócratas de un lado y del otro. En esa lógica el reto de Ebrard es complicado: deberá crecer en círculos donde no hay mucho margen. Su mensaje se inclina a convencer al lopezobradorismo que lo ve con desconfianza, debe convencer de que es más papista que el papa. Lo más frustrante para su causa es que difícilmente su perfil y trayectoria política no convencerá a muchos que es un pro 4T de hueso colorado, o al menos no más colorado que Claudia.
Gerardo Fernández Noroña puede ser otra opción distinta y desde su apego a los principios ideológicos de la 4T puede crecer más en las siguientes semanas. Noroña sí tiene un perfil y retórica suficientes para convencer al lopezobradorismo de que el es más pro 4T que la misma Claudia; en su articulación es similar a AMLO y no solo por su contenido, sino por su consistencia. Es posible ver entrevistas, intervenciones en la Cámara y discursos en templete que a lo largo de los años han cambiado poco. El rasgo débil del diputado con licencia es su aptitud; jamás ha gobernado, ni siquiera ha sido secretario a nivel municipal, lo cual puede pesar en un contraste con el resto de suspirantes, quienes sí tienen trayectorias ejecutivas.
Del resto de los aspirantes a coordinador y sus tonos continuaremos platicando la próxima.