La huracán Xóchitl Gálvez
Conocí a Xóchitl Gálvez en un paso que tuve por el Senado de la República; para ser franco, se me hacía un tanto echada para delante de más, un poco sobrada de una personalidad relajienta y como una especie de ajonjolí de todos los moles, porque la veía participando u opinando a diestra y siniestra, pero todo lo circunscribía a su estatus de senadora de oposición. Luego me di cuenta de que ella era así, inquieta, entrona, sin medias tintas, auténtica y ajena al rigorismo ceremonioso de los políticos comunes en el país, sobre todo los masculinos. En resumen, su desparpajo la hacía diferente para bien.
En una ocasión, lo recuerdo claramente, me pidieron un ejercicio de análisis respecto de unas situaciones que se podían dar en un periodo de sesiones de la Comisión Permanente. Según yo, hice cálculos políticos y matemáticos que me dieron la oportunidad de afirmar que las cosas que me plantearon podrían salir adelante sin problema (derivado de los votos del bloque mayoritario) pero dije, sin reservas, “solo que yo estaría muy al pendiente de la senadora Xóchitl Gálvez, porque en una de esas es capaz de ponerle una chinga a las cosas en la sesión de la comisión”. Hasta donde supe, me hicieron caso y a la postre, las cosas salieron bien no sin antes haberse dado una especie de consideración sobre lo que la senadora podría decir y de que, sin duda, había que estar atentos a sus participaciones.
Yo asumía, como varios, que la hidalguense podría dar la batalla por la candidatura a la Jefatura de Gobierno de la CDMX por el lado del Frente, representando más al PAN; sin embargo, pudimos ver que, de forma disruptiva, la huracán Xóchitl Gálvez apareció en el mapa de las posibilidades presidenciales cuando después de ganar judicialmente un derecho de réplica en “La Mañanera” del presidente Andrés Manuel López Obrador, se apersonó en Palacio Nacional para solicitar el acceso -el cual le fue negado- y desde ahí realizó una grabación que se viralizó y cuyo mensaje fue clave: la puerta de palacio se abre de dentro hacia afuera, y hay que hacer que se abra.
Con respecto al origen humilde y la historia de mujer luchona que tiene la ex titular de la Comisión para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas en el sexenio de Vicente Fox, nadie podría negarla. Incluso, es reconocida por su habilidad para los negocios en el sector informático con tintes de sostenibilidad y energía.
Su historia personal y política la apartan del general de los actores que están buscando la candidatura. Quizás la figura más cercana sea Beatriz Paredes Rangel, su compañera senadora, pero las grandes diferencias están en la larga carrera política de la tlaxcalteca, por un lado, y por el otro, la imagen fresca y bonachona que proyecta Gálvez frente a la seriedad que caracteriza a Paredes.
Como sea, el arribo súbito de Gálvez se ha convertido en un ingrediente de mucho sabor para el aburrido caldo que se perfilaba que fuera el proceso de elección de la figura del Frente Amplio por México para contender a la Presidencia de la República en 2024. Afortunadamente, la aparición de la indígena hidalguense ha sido motivo de reajustes de opiniones, grupos, encuestas y demás. Y se avizora que vengan más cambios, reacomodos y redimensiones. Ojalá, por el bien de México, todo ello abone a que tengamos mayor certeza, competitividad y hasta seriedad en la construcción de la contienda electoral de 2024.
Por supuesto, debemos ser conscientes de que la senadora Gálvez ni es perfecta (no se asume como tal) ni lo sabe todo. A partir de esa consideración, es natural que se vengan errores, entre los ataques y los espacios de poder que tienen los dirigentes de los partidos. Eso implica que, sin duda, tengamos ahora un escenario que pueda animar a un sector del electorado por la frescura de la imagen, el comportamiento y la frescura narrativa de la ex delegada en Miguel Hidalgo, pero también, un escenario que pueda minar la emoción de las estructuras de partido. Ya veremos cómo se conjura todo.
Por lo pronto, como ciudadano, celebro que existan espacios para que opciones como Xóchitl se suban al tren de la competencia legítima; confío en que sea el verdadero huracán que promete recomponer la perspectiva electoral en el 2024 y no se convierta, al final, en una depresión tropical que prometió mucho, pero dio poco en la competencia.
Vendrán tiempos convulsos para ella, sin duda. Pero confiemos en que habrá de sortearlos y seguir en el sendero de convertirse en la preferencia electoral presidencial de una gran masa de mexicanos que estamos ávidos de una competencia electoral sana y benéfica para México. Lo necesitamos.