Dirigencias que agandallan candidaturas y ciudadanización simulada
En una entrevista, Xóchitl Gálvez señaló su interés de «meter mano» en la selección de candidaturas que acompañarían la de ella, de ser electa como tal figura. Carlos Loret de Mola obtuvo esa declaración en Latinus. Véala en https://www.youtube.com/watch?v=RznCkcakVhk.
Ante el cuestionamiento con respecto a personajes que buscan fuero o colgarse de ella, la exjefa delegacional en Miguel Hidalgo dijo: “si logro ser la que represente este frente amplio, creo que sí va a ser muy importante revisar las candidaturas, porque si no traemos gente abajo honesta, gente con buen prestigio, la pura candidatura de arriba no jala. Necesitamos trescientos candidatos a diputados que tengan presencia, que tengan ética.
Necesitamos gobernadores que tengan fuerza, que no tengan escándalos de corrupción…”.
Y más adelante, el conductor remata con una pregunta: “Xóchitl Gálvez, si llega a ser la candidata, ¿va a palomear las listas, o eso son Alito y Marko?”, a lo que ella responde: “Yo sí quiero tener la posibilidad de revisar que no se cuele ningún hampón, ningún narco ni nada que se le parezca.
Creo que al final tú vas a caminar con ellos y mal harían los partidos de tratar de buscar fuero para gente impresentable. Yo pediría que sea yo o quien sea el candidato de esta coalición, sí, revisen que no se cuelen personajes que desprestigien a esta alianza”.
La declaración no es cosa menor, me parece. Muy por el contrario, se revela como una responsabilidad política muy grande de parte de Gálvez (en el caso de ser candidata a la Presidencia), porque implicaría la posibilidad de que en cada plaza que se presente, sea cuestionada por tal o cual candidato o candidata (a un gobierno estatal, a un escaño en el Senado de la República, a una curul en la Cámara de Diputados, a una presidencia municipal) y tenga que dar una explicación del por qué ella apoya, cubre e impulsa tal candidatura. ¡Menuda tarea!
Baste tener en consideración otra de las entrevistas que tuvo y que sirvió de base para crear clips que resumen algunas ideas de la hidalguense: con Brozo, el personaje televisivo de Víctor Trujillo, dijo que para que una persona trabaje con ella se necesita que cumpla tres requisitos: “no ratero, no huevón y no pendejo”. A ver cómo justifica a muchas y muchos que, desde ya, se relamen el bigote pensando en hacer una campaña a su lado y ganar un cargo.
A partir de ahí, hay espacios donde Gálvez insistió en esas características de colaboradores y, también, respondido cuestionamientos respecto de la labor de las dirigencias partidistas en lo colectivo y, particularmente, situaciones relacionadas con los criticados y cuestionados presidentes nacionales de los partidos del Frente. Ante esos cuestionamientos, Gálvez ha postergado una definición, pero tarde que temprano, habrá de asumir ese rol de decisión y poner los puntos sobre las íes en el tema.
La posibilidad de que Gálvez «meta mano» en la selección de candidatos, es una pequeñísima posibilidad de que haya una ciudadanización de aspiraciones que tiene nerviosos a muchos personajes político-partidistas que ya se ven en el plano nacional o en los planos locales dominando o teniendo tal o cual cargo, y por ello, han amarrado el control político de sus partidos para después montarse en una candidatura bajo el manto del candidato presidencial del FAM, es decir, condicionar su apoyo a obtener una candidatura. Chantajear políticamente, pues.
Como sabemos -o debemos dimensionar – hoy por hoy la selección de candidaturas por parte de los partidos políticos está supeditada a sus procedimientos internos, avalados por sus órganos de decisión, en los cuales los presidentes tienen control absoluto legalmente (otra discusión es lo legítimo de ello), y tan es así, que las autoridades electorales han apoyado determinaciones internas en lo que respecta a la legalidad de las mismas; entonces, dicho de otra forma, hoy por hoy la única vía de ciudadanización de candidaturas son los partidos políticos y esos están controlados absolutamente a contentillo de las dirigencias de grupo, o sea, camarillas. Partidos cerrados, pues.
Así que, a pesar de que la figura de Xóchitl Gálvez sigue sacudiendo la perspectiva electoral que en este momento permea respecto del 2024, lo cierto es que lo que se podría definir como la nomenclatura actual de los partidos del Frente Amplio por México sigue manteniendo el control operativo y jurídico de sus estructuras y, con ello, mantienen un status quo al interior de sus organizaciones en el que los grupos y lealtades giran alrededor de ellos y, desde ya, están trabajando por aire (construir popularidad y reconocimiento de personajes para que aparezcan en encuestas) y por tierra (controlar las estructuras de partido y sus órganos de decisión) para que las propuestas de ellos sean las que acompañen a quien abanderará al FAM en la contienda presidencial.
A pesar de que la propia senadora Gálvez ha dicho que su fuerza ha sido el apoyo de la ciudadanía, lo cierto es que las estructuras de partido ahí están, hay que trabajarlas y tener un ojo al gato y otro al garabato, y el garabato se llama “equilibrios locales para que no agandalle el más vivillo”, con el fin de que no se condicione el apoyo de las candidaturas federales, particularmente la presidencial. La ciudadanización de candidaturas no puede estar simulada.