Últimamente está de moda hablar de turismo religioso como una alternativa para el crecimiento económico de municipios o comunidades de Zacatecas, hay que tener en cuenta que no es una apuesta novedosa ni actual, porque ya tiene siglos realizándose, aunque no con este término.
HISTORIAS E IDENTIDADES
Como si del hilo negro se tratara, últimamente está de moda hablar de turismo religioso como una alternativa para el crecimiento económico de municipios o comunidades de Zacatecas. Si bien es cierto que hay un innegable desarrollo económico paralelo a este fenómeno, hay que tener en cuenta que no es una apuesta ni novedosa ni actual, porque ya tiene siglos realizándose, aunque no con este término.
El aprovechamiento económico del hecho religioso ha sido una constante a lo largo de la historia. Desde que el hombre es hombre y su evolución le permitió el pensamiento religioso, el traslado hacia zonas sacralizadas por distintos cultos fue el común denominador para todos los tipos de espiritualidad en cualquier sistema económico.
Desde Babilonia, pasando por los celtas, griegos, romanos y las culturas precolombinas, las peregrinaciones hacia lugares sagrados son un hecho comprobado, una muestra de que el deseo de estar en los sitios que reverenciamos siempre ha estado arraigado a la naturaleza humana.
Sin embargo, a pesar de que el islam también tiene una enraizada tradición en cuanto a peregrinaciones se refiere, ha sido la cristiandad el mejor exponente de este tipo de movimientos religiosos, provocando que desde la Edad Media el beneficio económico se vislumbrara desde el resquicio donde entraba la fe.
Una de las rutas -que no de los sitios- de peregrinación más famosas en todo el mundo es el Camino de Santiago. A través de este camino que excede la península ibérica extendiéndose hasta Francia y Gran Bretaña, se fue conformando también en una suerte de ruta económica y artística que tenía su raíz precisamente en el santuario de Santiago de Compostela, lugar donde la tradición cristiana sitúa los restos de Santiago Apóstol.
La influencia de esta ruta europea de peregrinación fue tanta, que incluso se reconoce como una de las causas que dieron origen a un estilo artístico, el románico, ya que en toda la ruta que llevaba hacia el lugar fueron creciendo parajes que también desearon ofrecer algo al peregrino: desde reliquias de santos hasta leyendas que legitimaran también un sitio sacro.
Se construyeron templos y se traficaron reliquias, creándose todo un negocio que giró en torno a la fe y que sigue dejando una importante derrama económica. Para el siglo XV un peregrino señalaba que en Santiago nadie se afanaba por labrar la tierra, pues se conformaban con lo que los viajeros devotos dejaban.
Más de quinientos años después, según varios medios españoles, el camino de Santiago sigue siendo una de las fuentes principales de sustento para toda la región de Galicia.
En el contexto nacional, el mejor ejemplo lo constituirían las peregrinaciones a la Basílica de Guadalupe, que incluso ya era visitada en tiempos prehispánicos con la forma no cristianizada de la diosa Tonantzin. Luego, la época virreinal vio la movilización de cientos de personas hasta que, en la actualidad, el santuario recibe cada diciembre más de 1 millón de visitantes que dan actividad comercial a la zona circundante y más allá.
Ahora bien ¿qué se pretende hacer con el turismo religioso en Zacatecas? El turismo religioso en nuestra región es algo que no se ha estudiado a fondo más allá de saber que, por ejemplo, el santuario del Santo Niño de Atocha es el tercero más visitado en todo México para la feligresía católica, apenas detrás de la Basílica de Guadalupe y San Juan de los Lagos.
Sin embargo, no se ha pensado en fortalecer una infraestructura turística cultural alrededor de estos sitios, por el contrario, los últimos años ha habido intentos de afianzar otras zonas como centros de la fe a través de efigies gigantes que buscan -más que asentar nuevas devociones- llamar a hordas de visitantes.
No obstante, en algún momento mencioné en este espacio que hacernos una tierra de esculturas gigantes no parece la mejor opción cuando tenemos un patrimonio religioso tan rico que, de ser explotado correctamente, podría incentivar ese turismo religioso ávido de experiencias culturales más trascendentes que la sola visita a una estatua de más de 30 metros de altura. Pero ese es otro tema pendiente que abordaremos más adelante.