El reacomodo de la sucesión 2024 y el factor Monreal
La acusación de la semana pasada en contra de la competidora puntera Claudia Sheinbaum, de cuchareo de encuestas, uso excesivo de recursos públicos, fabricación de campañas negras y acarreo desmedido a su favor, formulada por Marcelo Ebrard, sacudió las prácticas y estructuras de la sucesión presidencial 2024, sacándolas de sopor de la comodidad/somnolencia en que se desplazaban, para generar una emergente dinámica e incluso para estimular renovadas negociaciones con las diversas fuerzas políticas.
El sacudimiento propiciado por la protesta de Ebrard condujo irremediablemente al reacomodo de las fuerzas que participan en el proceso interno de Morena (y aliados) para la selección, sea mujer u hombre, del coordinador de los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación. Se abrió con ello, un nuevo episodio, no sólo de debate, sino igualmente de acuerdos políticos.
Por primera ocasión en mucho tiempo, con este fenómeno de rebeldía encabezado por Ebrard, hizo que apareciese un llamativo, ríspido e inédito núcleo de polémica y atención al margen de la dinámica cotidiana de las conferencias “mañaneras” de Palacio Nacional. El debate se concentró ahora en una de las corcholatas y no, como ha sido costumbre, en la figura del presidente.
Pero luego de la estrategia de superación de daños, López Obrador retomó los hilos del control de la sucesión presidencial, los que tal vez nunca ha dejado de mover a su conveniencia. Solo los días y el tiempo dirán si esta irrupción rebelde de Ebrard se convertirá en choque y ruptura de fondo, lo que, de ser así, modificará los escenarios y pronósticos de los resultados de los comicios del 2024.
En ese contexto de ajuste y reacomodo de las líneas estratégicas de la sucesión presidencial, volvió a aparecer Ricardo Monreal Ávila, con el perfil de un político profesional prudente, convertido en puente de comunicación con los demás actores, lo que ayudó en esta ocasión a atemperar el protagonismo beligerante de Marcelo Ebrard.
Esta actitud es positiva para Ricardo Monreal, en razón de que lo ubica y empodera como un mesurado actor central en la sucesión presidencial del 2024 y aliado incuestionable de Andrés Manuel López Obrador.
Por otra parte, con este comportamiento Zacatecas tendrá, en Ricardo Monreal, en la presente coyuntura de transición, a un interlocutor valioso en la vida política de la República.
Los modelos de sucesión
En un siglo de historia política del país, de 1920 a la fecha, en el recuento de 20 presidentes, los procesos de sucesión del poder público han evolucionado y seguido la ruta a través de tres modelos distintos:
Primero: El definido por la influencia de los caudillos y caciques de la Revolución; Segundo: El determinado por la fuerza del presidente en turno; y tercero: El decidido por la combinación entre la acción de la pluralidad de las fuerzas políticas y la concertación con el jefe del Ejecutivo federal.
De 1930 a 1934, los candidatos a la Presidencia de la República, incluido Lázaro Cárdenas, fueron impuestos por los caudillos de la Revolución y por el jefe del Maximato, Plutarco Elías Calles; de 1940 a 1988, la decisión sucesoria estuvo en manos de la fuerza del primer Magistrado de la Nación.
En 1994, la muerte de Colosio hizo que Salinas perdiera el control de la sucesión, y posteriormente a Zedillo, Fox, Calderón y a Peña Nieto se les complicó heredar presidente de la República y tuvieron que entrar a rutas de negociación con las fuerzas políticas nacionales e internacionales, para garantizar su protección personal.
Ahora, en el 2024 no es remoto que AMLO recupere el poderío para imponer sucesor, a no ser que fenómenos de rebelión como el de Ebrard (y otros) sirvan para generar límites y contrapesos frente a la fuerza presidencial.
Guardando proporciones, la protesta de Ebrard se asemeja, en menor medida, al rol que jugó la aparición, a mediados de la década de los ochenta del siglo pasado, de la Corriente Democratizadora del PRI, que demandó con Cuauhtémoc Cárdenas y Muñoz Ledo, respeto a las reglas políticas.
Las élites en Zacatecas
Zacatecas, por lo demás, requiere de una clase política pluralmente fuerte (unida, no dispersa), que inserte al estado al desarrollo nacional.