El legado del Toro ValenzueLA
Este fin de semana fue histórico para la franquicia de Los Ángeles Dodgers y para el beisbol mexicano, ya que Fernando El Toro Valenzuela, uno de los ídolos más grandes de todos los tiempos, fue inmortalizado: el número 34 ya no se volverá a usar más.
Su nombre ahora está en el salón de la fama del equipo y en el Dodger Stadium el anillo de Valenzuela quedará por mucho tiempo.
Uno de los más grandes
El de Navojoa, Sonora, marcó una época dorada que duró toda la década de 1980 con el equipo angelino, convirtiéndose en uno de los lanzadores mexicanos más queridos en la Major League Baseball (LMB).
Ese estallido de un pelotero formado en México y que fue considerado como el novato del año en la mejor liga de béisbol del mundo, hizo que muchos mexicanos tomaran a Los Ángeles como su equipo.
Los mexicanos que radicaban en Estados Unidos vieron en El Toro un ejemplo de triunfo, un caso de éxito del llamado Sueño Americano, por el que ellos también habían migrado.
Desde 1980 hasta 1990 se vivió una Fernandomania en ambos lados del Río Bravo, que en conjunto con los seis llamados a juegos de estrellas de la LMB y las estadísticas con los Dodgers lo convirtieron en un inmortal.
Los actuales peloteros mexicanos que están en Las Ligas Mayores reconocen el gran legado que dejó Valenzuela, lo ven como una motivación para llegar a esos niveles y sobre todo a guardar el carisma.
Además de retirar el 34 e inmortalizarlo en el Dodger Stadium, el ayuntamiento de Los Ángeles instauró el 11 de agosto como el día oficial de Fernando Valenzuela.
El legado del Toro abarca desde los grandes estadios de la LMB hasta los pequeños parques de las comunidades de todo México; aun a 26 años de su retiro, lo recuerdan como uno de los más grandes de la pelota caliente.