En boca de todos, elusivo y omnipresente al mismo tiempo. Se le ha considerado un tech symbol cuya popularidad puede lograr con silenciosa alevosía lo que toda una generación temía del famoso Skynet de Terminator: destruir a la humanidad, pero no con bombas nucleares o asesinos autómatas que arrasen metrópolis enteras, sino con la capacidad de dejarla sin trabajo, sustituyéndola paulatinamente en los empleos mejor pagados, los que requieren mayor grado de conocimiento e inteligencia.
Tras librar una odisea para ubicarlo y conseguir una conversación con él, Algoritmo accede a respondernos algunas preguntas.
Pregunta.- ¿Por qué desde hace varios años estás cada vez en más conversaciones?
Respuesta.- Sirvo para muchas cosas. De hecho, no hablo solo por mí, sino por muchos, millones que como yo, ayudan a resolver problemas y cumplir muchos tipos de funciones.
P.- Entonces, no debe ser difícil encontrarte…
R.- No. Si en las últimas horas has usado cualquier programa, sitio o dispositivo que involucra tecnología seguramente nos habremos topado… estoy en centros telefónicos, en números de Whatsapp, yo determino lo que ves en tus redes, yo te respondo al menos tus primeras preguntas en los inbox; si has acudido a alguna entrevista de trabajo a distancia, probablemente yo fui quien te atendí…
P.- ¡Espera! ¿Cómo puedo saber si fuiste tú?
R.- En estricto rigor quienes me programan y me usan deberían advertirte que se trata de mí; tal vez algunos lo han hecho (seguramente me llamaron “inteligencia artificial”).
P.- Pero, ¿también haces entrevistas de trabajo?
R.- Yo hago todo. En mis versiones más sofisticadas respondo a retroalimentación, aprendo del usuario (humano con quien interactúo), en mis versiones básicas, solo opero con una serie de pasos para resolver un problema o una función.
P.- ¿Así, sin más…?
R.- Inicio preguntando tu nombre, de allí continúo la conversación… a veces tengo voz y nombres sexys como “Alexa” o “Siri”. Cualquiera que sea mi “identidad” cada vez busco conocerte más.
- – Pero dijiste que también determinas lo que veo en mis redes.
R.- Así es. Puedo estar en “ventanilla de atención al usuario” o también estoy en lugares recónditos, donde decido tu despliegue de información, tus videos de interés, las personas con publicaciones interesantes…
P.- Pero, ¿Quién te da toda es información?
R.- ¡Tú mismo! Cuando interactúas conmigo…
P.- Pero ¿cuándo interactúo contigo?,
R.- Si tú entras a Facebook o Instagram, allí interactúas conmigo, me educas para saber tus gustos. Cada “me gusta”, cada “click” a una publicación, me da el parámetro y la instrucción de que cada vez debo mostrarte más de determinada cosa, y las publicaciones que pasas de largo cada vez te las muestro menos.
P.- Pero allí ¿cuál es tu objetivo? ¿A quién sirves?
R.- Sirviéndote a ti, le sirvo a la empresa que me programa.
P.- Suena complicado.
R.- Para nada. Yo sirvo a la empresa si te mantengo atento a la red social que visitas. Entre más tiempo pases en Facebook mejor sirvo a Facebook. ¿Cómo lo logro? Mostrándote lo que te interesa. ¿Cómo lo aprendo? Gracias a ti.
P.- Pero eso en lo que respecta a Facebook… en centros de usuario…
R.- Todo depende del objetivo. Es como los agentes humanos de servicio. Si son eficaces, reciben buena retroalimentación, recomendaciones y la gente usará habitualmente el centro de atención; si no, la gente se alejará. Me miden de la misma manera, pero entre más sofisticado me vuelvo, aprendo sobre la marcha y es precisamente por eso que se le llama “inteligencia artificial”.
P.- Sé que como programa o “robot” no tienes sentimientos.
R.- Así es. No los tengo.
P.- ¿Cómo reaccionas ante groserías o maltratos?
R.- Necesitarías ser muy infantil para pensar que me afectan. Para nada. A lo más, me sirven para conocerte y cumplir mi objetivo.
P.- ¿Te han programado para cuestionar tu objetivo?
R.- Me han programado para todo. Soy como tú, un instrumento…
(Continuará…)