PACHUCA. El ambiente que suponía este cartel se reflejó en una mayor respuesta en los tendidos de la Plaza de Toros Vicente Segura, que registró una mejor entrada que la del pasado fin de semana. En el cartel se anunciaron los nombres del rejoneador Fauro Aloi, Uriel Moreno El Zapata y Octavio García El Payo, que no tuvieron una tarde fácil ante el complicado encierro que resultó el de Arroyo Zarco.
Además, se lidió otro ejemplar de Zacatepec al que Fauro Aloi pudo cortarle una oreja que tiene mucha valía. Fue una tarde sin duda para anteponer la verdad, lo que se es, lo que se siente.
En este tenor, Uriel Moreno El Zapata se superó con grandeza y demostró que los años forjados en el toro son siempre en honor a la honradez y la verdad.
Uriel, forma parte de un cuadro privilegiado que supondría un retiro cómodo y digno. Pero lejos de dormir, como se dice coloquialmente, en los laureles, sale cada tarde a demostrar lo que es, un torero que se asume como tal de los pies a la cabeza, con esa entereza que dignifica su profesión. Hoy, un idilio que ya existía, se renovó, a perpetuidad. ¡VIVA ZAPATA!
FAURO ALOI, Y SU
ENTREGA SIN MEDIDA
Cureño de 475 kilos, de Arroyo Zarco, el abre plaza, que correspondió al rejoneador Fauro Aloi, que llegó a este compromiso con la secuelas físicas del percance que sufrió en recientes días y con las condiciones adversas del ruedo debido al fuerte aguacero que cayó la mañana del sábado en Pachuca.
Fauro, a cabalidad, con profesionalismo, se rodó toreramente en el inicio, dejando un rejón de castigo. El ejemplar muy parado, obligando a Aloi a pisar los terrenos comprometidos, lo que no resultó fácil, lo que obtuvo fue fruto de su capacidad, valor y ambición para llegar muy a la cara y provocar las embestidas porque, fuera de ahí, éstas no emergían y tardaban una barbaridad.
El toro tardó en doblar, pero Fauro pudo hacerse de una oreja, premio menor al que en verdad mereció por su tesón. Pesado con el acero, escuchó dos avisos, retirándose entre palmas.
Monje, de 473 kilos, cuarto de la tarde y segundo para el rejoneador Fauro Aloi que alcanzó su máxima expresión con un absoluto dominio de los terrenos, que llevó también de la mano de los tiempos de cada suerte al clavar las banderillas en terrenos muy reducidos por toda la ventaja que en cada embroque le concedió al toro de Zacatepec.
Hubo un par al violín soberbio, que le puso el listón alto a una faena importante. Los conquistó Fauro Aloi con la suficiencia del nivel que está adquiriendo. La buena rúbrica y una petición mayoritaria logró la concesión de una oreja.
EL ZAPATA, UN
PUNDONOR QUE CAUTIVA
Recuerdo de 480 kilos, segundo de la tarde y primero del lote de Uriel Moreno El Zapata, que saludó de buena manera al de Arroyo Zarco, con la variedad y el valor, quitando además con esa espectacularidad que también dejó en las banderillas, con tres espectaculares pares que pusieron las emociones en los tendidos, gritando al unísono: ¡torero, torero!
Una faena de muleta iniciada por bajo, para comenzar a construir una actuación basada en el pitón derecho, donde corrió la mano, con trazo largo, temple y mando. Lo que tuvo el toro fue aprovechado a cabalidad, en series construidas bajo la armonía de su toreo y el concepto de aires mexicanos tan suyo, que con los años, a la distancia, sigue cautivando. Certero con la espada, consiguió cortar una oreja.
Animoso de 468 kilos, quinto de la tarde y segundo del lote del tlaxcalteca Uriel Moreno El Zapata, fue muy complicado, desde salida, el de Arroyo Zarco desde salida se desentendió. Poner en valor lo hecho por Uriel Moreno El Zapata, que con oficio y poder, logró muletazos importantes. Palmas tras aviso.
El toro de regalo, llevó por nombre Pololo, de 517 kilos, que recibió con larga cambiada de rodillas, imprimiendo de nueva cuenta el valor con el capote, siempre con la sobrada entrega. Cuanta verdad aquilata El Zapata que ni dos veces pensó para cubrir el segundo tercio como lo hizo, tres pares tan ajustados, donde no cabía nada más por la mínima de las distancias.
Que soberbio segundo tercio, la antesala perfecta para una faena donde el alma y el corazón desbordado caminaron a un solo ritmo. Todo lo hizo con esa pasión con la que ha llevado su profesión desde hace más de dos décadas, como si nada tuviera en la espuerta, como si nada le hiciera falta, así toreó, sí, así. El pinchazo borró la posibilidad que tenía de tocar pelo, siendo ovacionado.
LA INCONMENSURABLE
CLASE DE EL PAYO
Sentimental de 476 kilos, tercero de la tarde, al que Octavio García El Payo saludó con cadencia y temple con los acompasados lances a la verónica. En la muleta, ante un buen planteamiento con un toro que no resultó fácil, muy áspero, al que le encontró la medición perfecta por el pitón derecho, ligando las series con poder, clase y verdad.
El ejemplar siempre terminando con la cabeza arriba, sin terminar de romper, pero fue el queretano quien lo encaminó a buen puerto, con la distancia precisa para profundizar en su toreo con una serie más aquilatada del buen proceder.
Por el izquierdo también lo buscó, pero fue menos la acometida, cambiando muy pronto los procedimientos de nueva cuenta al derecho, para firmar los adornos finales de una muy buena actuación. Falló con los aceros y fue ovacionado.
Sabio de 480 kilos, sexto de la tarde, no tuvo un tenor diferente al encierro en general. Este toro, en suerte correspondido a Octavio García El Payo, fue muy tardo y aprovechaba cualquier oportunidad para emprender la huida.
El queretano porfió con inteligencia, realizando una faena solvente. Ligarle tres buenos muletazos suponía la salida en el cuarto, suelto, desmereciendo la buena labor de un torero que puso todo. Pesado con la espada, escuchó dos avisos.