La rebelión ciudadana, desastres naturales y el fracaso de la política
Los desastres naturales mal gestionados e ineficientemente procesados por un gobierno se pueden convertir (lo afirma el francés René Thom, autor de la teoría de las catástrofes) en factor disruptivo que estimule la rebelión ciudadana, la ingobernabilidad y que conduzca, en consecuencia, al debilitamiento (tal vez a la caída) de un régimen político.
La presencia reciente del huracán Otis en las costas del Pacífico mexicano, que ha afectado a miles y millones de personas, demuestra que los fenómenos naturales pueden transformarse en desastres humanitarios, sociales y políticos, sobre todo si no se cuenta con capacidad científica anticipatoria, para crear escenarios alternativos de salida.
La pregunta que debemos hacernos en el ámbito local es si Zacatecas está exento de padecer eventualmente los embates y efectos de posibles desastres naturales. La respuesta contundente es claro que no.
Podemos mencionar uno de varios ejemplos: durante años, lustros y décadas los efectos de la sequía han azotado a nivel del desastre la vida de los zacatecanos, fenómeno que se ha constituido en un auténtico problema estructural que afecta a la agricultura, la ganadería, la producción alimentaria y en general la economía del estado. La fatalidad es que no hemos hecho nada para modificar estas inercias.
Dicho problema -el de la sequía- no se ha atendido y procesado con racionalidad científica y sus consecuencias han sido devastadoras en la perspectiva de las políticas del desarrollo de Zacatecas, por una simple razón: sin la disponibilidad del agua no podrá existir horizonte de futuro para la sociedad.
Es evidente, entonces, que los desastres naturales impactan profundamente en los procesos económicos, políticos y culturales de una sociedad, y más aún si no se les aborda con eficiencia, alejados de la improvisación.
El canadiense Samuel Henry Prince (1886/1960) fue el primer investigador en la historia que abordó desde las ciencias sociales los fenómenos naturales y alertó sobre su impacto en el cambio de los procesos políticos.
Es inevitable, lo planteó Henry Prince (1920), que un fenómeno natural no abordado con visión científica, pueda derivar en un cambio socio/político de dimensiones inconmensurables.
En México hay experiencias innumerables que pueden dar cuenta de eso. El traumático sismo de 1985, ineficientemente atendido por el gobierno de Miguel de la Madrid, devino en la emergente aparición de la sociedad civil organizada, en la presencia de una nueva pluralidad y en el debilitamiento brutal del antiguo régimen sustentado en un partido monolíticamente hegemónico. Eso condujo a la posterior estrepitosa derrota del PRI, por efectos acumulativos, en el año 2000.
Los especialistas en la materia coinciden en señalar que los fenómenos naturales que terminan en tragedia suelen tener varios impactos si no se les trata correctamente: 1). Aceleran o disminuyen la velocidad de los cambios; 2). Interrumpen los niveles del desarrollo; 3). Producen desigualdad y pobreza; y 4). Aumentan los niveles de vulnerabilidad de la sociedad.
La presencia del huracán Otis (grado cinco) es una llamada urgente más que se nos plantea a nivel nacional y en Zacatecas para establecer renovados mecanismos de planeación estratégica para el desarrollo, e impedir que siga imponiéndose la improvisación (ineptitud) en el procesamiento de las contingencias.
Atender los fenómenos naturales con perspectiva y racionalidad científica puede impedir el fracaso de la “política”, como la ciencia y el arte de administrar los asuntos del pueblo y producir el bien común para el mayor número de ciudadanos y no sólo para unos cuantos
El centro de estudios sobre los desastres
En Zacatecas se tendrá que dar el paso a la creación de un panel de expertos científicos que puedan favorecer el nacimiento, desde un enfoque multidisciplinario, de un centro de estudios sobre los desastres que más inciden y afectan el desarrollo de nuestro estado.
Lo anterior implica igualmente diseñar un nuevo conjunto de políticas públicas (con la asignación de fuentes presupuestales justas) dirigidas a procesar las contingencias y los desastres que mayormente se presentan en la geografía zacatecana.
Y al respecto, lo menos que puede hacerse es actualizar y modernizar en su contenido La Ley de Protección Civil del Estado y Municipios de Zacatecas.