AGUASCALIENTES. Previo a su corrida de despedida de este sábado en la Monumental de Aguascalientes, el rejoneador español Pablo Hermoso de Mendoza compartió unas palabras con la afición y prensa especializada en la capital hidrocálida.
La leyenda se despide de una plaza en la que consagró su nombre, donde hizo historia y dejó tardes llenas de grandeza.
Aguascalientes y Pablo Hermoso de Mendoza son una dupla perfecta, de entendimiento y sentimiento; y es por eso que despedirse de la afición hidrocálida le llana de emoción, de ilusión y de enorme responsabilidad.
“El adiós es desempolvar los recuerdos, que la afición recuerde mi historia aquí y poder despedirme. Quiero que sea una tarde de celebración para el público, que ellos disfruten y yo también.
“Torear en Aguascalientes es una sensación de que hay una sensibilidad distinta, que hay un paladar que siente de una manera diferente todo lo que se hace con un caballo”, expresó.
“Soy torero”
Con una trayectoria envidiable, con la cual marcó además una época en el rejoneo, Hermoso de Mendoza es consciente que la gira de despedida avanza con prontitud, por lo que se acerca esa tarde en la que su carrera concluirá.
“Ya he conseguido todo, estoy satisfecho con mi vida personal y profesional, además es el momento en que me puedo ir en plenitud de facultades, con la misma ilusión de cuando inicié.
“Esta campaña en México me está dejando grandes enseñanzas, y quiero que Aguascalientes forme parte de este gran capítulo.
«Soy torero, siempre he sido torero y siempre seré torero; montado a caballo, pero torero”, sentenció.
Los primeros años de carrera
Con la determinación que le caracteriza, en 1983 Pablo Hermoso de Mendoza hizo su debut como rejoneador en el tentadero de Virgen de Cueva, en la localidad navarra de Viana, donde contó con un solo caballo, Cafetero, y enfrentó a una vaca vieja y ya retentada, procedente de la ganadería de don Antonio Pérez de San Fernando.
Ésta fue una experiencia calificada como “aterradora” por el propio jinete. Ese año marcó también su presentación en la plaza de su ciudad natal, Estella, matando un novillo durante los festejos celebrados con motivo de las fiestas patronales.
Esta plaza, al igual que la mayoría de la región de Navarra, se constituyeron en el mejor aliado de Pablo durante los comienzos de su carrera, gracias a los cuales obtuvo la oportunidad de actuar y, especialmente, le permitió que la afición de la zona fuera tomando un contacto cada vez más cercano con un rejoneador que hasta la fecha siguen considerando como “suyo”.
Un largo camino
Por aquellos momentos hoy recordamos con aprecio a Hermoso de Mendoza, que inició su andanza por un camino que habría de llevarlo hasta lograr la meta que se había propuesto.
Un camino largo y pesado, matizado por complicaciones adicionales derivadas principalmente del hecho de que provenía de una zona escasamente relacionada con el toreo a la jineta, donde inclusive se daban contados festejos de rejones.
A tal circunstancia habría de sumarse la limitación económica que tenía Pablo. Elemento a tomarse muy en cuenta dentro de una profesión que por naturaleza y tradición siempre involucra gastos considerables.
Nada de ello fue impedimento para que aquel joven jinete navarro siguiera adelante en su cometido, compensando carencias y limitaciones con entusiasmo, perseverancia y afición, aunados a un don natural que desde muy pequeño le permitió entender y aprovechar las aptitudes de los caballos, con lo cual pudo ejercer una especie de autodidactismo a la hora de entrenar y preparar sus cabalgaduras en las suertes de la lidia.
El olimpo de la consagración
Su presentación en un coso de categoría sucedió el 6 de octubre de 1985, actuando en una novillada económica celebrada en la Monumental de Pamplona.
La ansiada alternativa se llevó a cabo en otra plaza navarra, la de Tafalla, el 18 de agosto de 1989, cuando tuvo como padrino de su doctorado al maestro Manuel Vidrié, y en presencia de los testigos Curro Bedoya y Antonio Correas.
El toro del acontecimiento se llamó Pardillo, perteneciente a la ganadería navarra de don César Moreno. Entonces el recién alternativado cumplió con creces la papeleta al salir en hombros de la plaza.
Después de tomar la alternativa y hasta finales de 1994, la carrera de Hermoso de Mendoza mantuvo un tono de progresión constante, aunque ciertamente discreto con respecto al circuito de las grandes ferias.
Mas el destino le tenía preparado una oportunidad sin igual que Pablo aprovechó a la perfección: fue llamado para una sustitución en la Feria del Pilar de Zaragoza, corrida que fue retransmitida en directo a toda España y donde el estelles brindó una actuación excepcional, misma que terminó por otorgarle el impulso que necesitaba para ascender al olimpo de la consagración.
Algo curioso, hizo el paseíllo como un modesto sustituto y salió del coso investido como figura del toreo por la admiración de cientos de miles de españoles, que quedaron perplejos ante las exquisitas evoluciones en el ruedo de un hasta entonces desconocido rejoneador navarro, cuyas cabalgaduras parecían ser extensiones de su propio ser.
A partir de esa fecha, todas las plazas del universo taurino fueron paulatinamente rindiéndose ante el ímpetu y la clase del jinete navarro.
A Pablo le atrae que le llamen torero a caballo, en virtud de su interés y ambición por acercar los horizontes que durante mucho tiempo otorgaron extrema lejanía a los conceptos de toreo a pie y montado.
FOTOS: DAVID BAZAN