El primer taller de imprenta en Zacatecas
El libro El primer taller de imprenta en Zacatecas informa sobre cuando la imprenta llegó a la ciudad de Zacatecas -entonces sede indiscutible de la provincia del mismo nombre-.
Entonces, en 1823, no eran una novedad, ni objetos aislados, los impresos -libros, periódicos, folletines, hojas-. Aunque tales cosas todavía no eran los vehículos para involucrar y generar grupos amplios de intercambio y discusión de información, aunque sí eran medios para fomentar las sociabilidades de habla.
El arribo de la máquina fue un acontecimiento que marca el antes y después de cómo se desplegarían la información, las órdenes, las proclamas, las circulares, los manifiestos para propagar lo que las autoridades dispusieran, también para hacer adhesiones y oposiciones. “Legitimar y construir un Estado” titula la autora Gabriela Álvarez Máynez, quien además de ser profesora en la Universidad de Zacatecas, promueve la lectura y los libros en talleres culturales. Este libro se agrega a su labor como historiadora de la literatura femenina del siglo 19 en la región.
Para complementar lo dicho por Álvarez Máynez, cito algunos datos: la imprenta fue adquirida en la Ciudad de México, la transacción la autorizaron los integrantes de la Diputación provincial de Zacatecas. La compraron Juan Nepomuceno Cabrera y José María Ramos Palomera. En la sesión del 18 de octubre de 1823. (¡hace 200 años!), se anunció que el arriero Antonio Herrera trajo el aparato, junto “con los útiles necesarios para la imprenta”.
En el libro se indica que la adquisición fue económica, hecha por la autoridad del momento; en la narración hay nombres, fechas y detalles que muestran un acontecimiento político, económico y cultural. Al poner en funcionamiento la imprenta, ésta sirvió para multiplicar las comunicaciones gubernamentales de una autoridad que iría configurando los alcances de su dominio. Lo hecho en la imprenta fue el ejercicio del poder a través de un medio simbólico: lo impreso.
Gabriela Álvarez Máynez presenta una narración sobre cómo la imprenta y los textos elaborados. Aunque la autora privilegia la trayectoria de los periódicos elaborados en el taller, con un relato sencillo va desentrañando nombres -de hombres-; las funciones -en el gremio al interior del lugar-; los lugares -el taller de la imprenta, acaso la habitación de los trabajadores, Santo Domingo, otras habitaciones-; algunas prácticas -leer los manuscritos, acomodar los tipos en cajas para imprimir, corregir una prueba, volver a leer, imprimir, tender los pliegos, oler la tinta, escuchar la puja del impresor-.
La autora representa el espacio impreso donde las palabras aladas y manuscritas pasaron a las hojas como signos de lo que se quería decir por las autoridades y patrocinadores de la empresa hecha sobre cada pliego. Cada número, hoja, son una historia particular que reunida nos cuenta que la imprenta sirvió para legitimar al nuevo Estado y para congregar lectores y escuchas.
El primer taller de imprenta en Zacatecas aporta una historia de la imprenta, la une a la historiografía de la prensa emitida desde Zacatecas en el lapso del primer período autónomo, abre línea en las historiografías políticas que van desmonopolizando la ya tradicional historia política del federalismo local.
La ampliación ocurre porque proporciona notas sobre cómo los periódicos portaron ideas, símbolos, discursos sobre sus días y algunos cortes del pasado.
Con filigrana y varias veces con entusiasmo, la narración de Álvarez Máynez da cuenta de cómo en el elástico espacio público se trataron aconteceres, las formas de tratarlos y nos provoca para imaginar cómo, dónde, quiénes adquirieron e hicieron consumo de los impresos. Es dable señalar, de lo poco que llegaba de otras regiones, eran destinadas a sociabilidades no numerosas y privilegiadas, con lo hecho en los talleres de Zacatecas se multiplicaron los consumos y la generación de opiniones.