Otra tristeza
Ciudades desiertas. Qué años vivimos en los 70, de represión y extorsiones, no de delincuentes como ahora, sino de policías comunes y agentes del llamado Servicio Secreto, vivencias a las que no debemos regresar. De esa época, el memorable asesino y sicópata Arturo El Negro Durazo, jefe del Departamento de Policía y Tránsito del Distrito Federal.
Como aún puede suceder con algunos remanentes de esas policías, que sembraban sus “pruebas” para detenerte y extorsionarte por pocos centavos, supimos de la detención del escritor José Agustín. El Negro Durazo, quien lo arrestó y acusó injustamente de narcotráfico.
Con mis 16 años en 1970, llamó la atención esa detención y otras que hicieron con intelectuales y artistas con la finalidad de justificar la lucha contra las drogas, vaya cómica estrategia del gobierno de López Portillo.
Entonces, me despertó leer algo de él, y entré a la lectura de La Tumba con esos personajes rebeldes juveniles que nos identificó en sus acciones, posteriormente en la escuela profesional.
Los pasajes de crítica e incomprensión de un sistema educativo anacrónico tenían relación con nuestro comportamiento ante los maestros. Nos ayudaba a evadir las culpas de nuestras aventuras sexuales, de una sociedad muy reprimida en estos placeres, en aquellos tiempos de los años 70. El trágico final, nos llevó a recordar los giros de la vida leída en otras obras.
Al leer Ciudades Desiertas, es visible la apreciación que hace de las ciudades de los Estados Unidos, grises y sin la tonalidad cultural que existe en México, la confusión que genera en los mexicanos que viven esa conflictiva relación entre Estados Unidos y México y el desencanto causado por el comportamiento social de una sociedad norteamericana que descubre iguales y parecen desiertas.
Gracias a la narrativa de sus personajes en la historia de amor, sin embargo, es interesante cómo existe el desencanto de la vida en el país del norte, atraviesa otro umbral, para aquella época, sobre las libertades en las relaciones amorosas, nos despertó a la reflexión sobre la actitud machista, que sobresalía fuertemente en esos ayeres y con difícil entendimiento masculino actual.
Con esa soltura para describir el modo de vida en ese espacio de tiempo que vivimos los nacidos en los 50, extendidas a finales del siglo 20, con su excelsa “Tragicomedia Mexicana” (con 2 tomos a principios de los 90). Leerla, despierta vivencias en la política mexicana de 1940 a 1982.
Nos reafirmaba ese país que tuvo oportunidades de fortalecer la política democrática y disminuir las brechas sociales que el cardenismo intentó vanamente – trata los movimientos sociales que se presentaron como el de los ferrocarrileros, médicos-, con su lectura, los jóvenes de aquella época pudieron hacer conciencia, de la pesadilla trágica del movimiento de 1968 y 1971.
Desenmascara la hipocresía de Luis Echeverría y su interés de ser el líder del tercermundismo. Nos hizo la crónica de lo que sentimos los mexicanos, al perder nuestro poder económico con las devaluaciones permitidas y abusos de los empresarios más pudientes de ese México y ver lo cómico de los llantos de López Portillo, que no “administró la abundancia” petrolera.
Me disculpo, de no haber leído todavía el tomo 3.
José Agustín, fue prolífico como guionista en películas, en esa rebeldía de los tiempos de revoluciones, tanto políticas, sociales y musicales (con el crecimiento rocanrolero), dirigió la película, Ya sé quién eres / Te he estado observando, jugando con la abstracción literaria de la época.
Este José Agustín ahora nos deja, pero su obra debe ser leída por todos, principalmente los jóvenes, que conozcan el futuro que les espera, si regresan los del pasado.
No dejo de reír. Cada vez más desinflada la candidata del membrete “Fuerza y Amor por México”, su asesor Vicente Fox quiere que repitan sus tiempos con los retos bravucones que cree le dieron resultados en su campaña, lo observamos en los retos a los debates, además, sigue demostrando no saber ni aritmética, al dar cifras falsas como los decesos por COVID hasta 2022, según ella fueron 800 mil, cuando con todo y los que se sospechan, fueron alrededor de 348 mil 498.
Respuesta clara de Claudia Sheinbaum “No por mucho provocar se crece en las encuestas”, contundente.