La responsabilidad afectiva en las redes sociales
Hace algunos meses, navegando por la web – en uno de esos días en que según mi juicio, estaba descansando- encontré algunos contenidos que hacían alusión a un concepto del cual no había escuchado hasta entonces, se trata de la “responsabilidad afectiva”, sentí curiosidad y fui a investigar un poco al respecto.
Mi sorpresa fue cuando leí que ese constructo, surgió a raíz de la reflexión sobre el poliamor en la década de los 80 y se atribuye a las psicólogas Deborah Anapol, Dossie Easton y Janet Hardy, que son quienes comenzaron a hablar de responsabilidades afectivas (buencoco.es).
Pero, ¿qué es la responsabilidad afectiva? Suena sencillo, pero consiste en tener la capacidad de expresar las necesidades y emociones mostrando respeto hacia las emociones de la otra persona, ser conscientes de que todo aquello que decimos y hacemos, inevitablemente tiene una consecuencia o impacto en los demás y que desde el momento en que se toma la decisión de establecer un vínculo afectivo, del tipo que se decida, se asume que esto involucra el cuidado recíproco.
Las autoras subrayan que, si bien la responsabilidad afectiva puede entenderse principalmente en las relaciones interpersonales, lo cierto es que comienza en la individualidad, es decir, la primera persona con quien debe aplicarse es consigo mismo y tiene sentido, ya que nadie puede dar aquello de lo que carece.
Y la gran pregunta que seguramente se estarían haciendo: ¿Eso qué relación guarda con las redes sociales? Solamente el hecho de que en la actualidad, buena parte de nuestras relaciones interpersonales, no solamente las hemos trasladado al mundo virtual, sino que también en muchos casos, es a partir de estas que las construimos y en esa arena, es donde suceden diversas cosas que distan mucho de la responsabilidad afectiva.
El ghosting que como ya sabemos, consiste en desaparecer sin dar mayor explicación y el benching que es un término tal vez menos conocido, pero igual o peor de cruel que el anterior y consiste en una situación en la que una persona que ya no tiene interés en una relación determinada «mantiene el contacto para la manipulación o el beneficio propio», Afirman en Albiach Psicólogos. Es decir, la persona se comunica de manera esporádica, breve y de una forma muy superficial, con el fin de que la otra no pierda por completo el interés y poder beneficiarse de ciertos aspectos de la relación (www.veinteminutos.es).
En otras palabras, le mantiene como un plan B por si aquellas personas en quienes tiene un mayor interés o considera como oficiales o titulares, le fallan.
Por otra parte, con un simple mensaje de texto, quienes desean mantener “cautiva” a una persona por si llegan a fallarle sus demás opciones “titulares”, crean ilusiones y expectativas en la que recibe esos mensajes pero sobre todo, pueden provocar trastornos psicológicos serios como dependencia, estrés emocional y frustración en la persona afectada, impactando gravemente en su salud mental no solamente en lo inmediato, sino de manera progresiva si no se rompe con esa relación dañina, refieren los psicólogos, toda vez que ello puede generar cierto tipo de adicción aunada a la propia que ya generan las redes sociales digitales.
Esta condición, puede potencializarse si las redes sociales se utilizan como principal medio de comunicación y contacto que sostiene el vínculo, puesto que ya de antemano es bien sabido que una de las principales causas de estrés y ansiedad, es mantenerse en espera de un mensaje que tal vez jamás llegará, verle en línea sin que se comunique, entre otras cosas.
En estos comportamientos, las redes sociales son un vehículo que facilita las cosas, ya que con un bloqueo, configuración específica de privacidad, no ver los mensajes o dejarlos en visto, se refuerza el objetivo de no asumir responsabilidad en una relación.
De igual manera, hacer citas, conocer personas con la finalidad de establecer una relación amorosa, sexual, amistad o simplemente tener varias opciones. Señala la psicóloga Chelsea Leigh Trescott “es como si de un deporte se tratase” (www.veinteminutos.es).
Todas estas conductas, no son otra cosa que la falta de responsabilidad afectiva, al no considerar el impacto que las propias acciones pueden llegar a tener, aunque se desarrollen en la virtualidad, olvidando que la base de toda relación sana, es la comunicación clara y, ante todo, el respeto, algo que pareciera estarse diluyendo cada vez más en nuestra era.