La revancha de dios y el poder de los obispos
El Papa Francisco se colocó con una fuerza inusitada en el centro de la agenda política de la Nación, no solo por la visita que hicieran al Vaticano (por separado) las dos candidatas a la presidencia de la República, sino también por el liderazgo que tiene el Sumo Pontífice en los 98 millones de fieles católicos mexicanos, los que serán factor determinante en las elecciones de junio.
En esta coyuntura de eventos que han sacudido la vida de México, se registró también la iniciativa de los obispos del estado de Guerrero, quienes convocaron a los líderes de los grupos criminales a pactar una tregua a favor de la paz, algo que no había podido concretar el gobierno.
El clero político demostró la semana pasada un enorme protagonismo, impresionante fuerza y extraordinario poder de convocatoria.
Hoy México es el país del mundo con el mayor porcentaje de fieles católicos y eso le ha permitido tejer una sólida estructura de influencia social, que en la actualidad se proyecta a través de más de 7 mil parroquias, 12 mil 700 centros de atención pastoral, más de 100 obispos y la acción de miles de sacerdotes que despliegan trabajo evangelizador en la República.
En este marco de inusitada y extraordinaria fuerza religiosa, se reconoce que Zacatecas es el estado de la República con la mayor cifra de católicos entre su población, con 92 por ciento de fieles en esta religión, seguido por Guanajuato (91%), Aguascalientes (89%), Jalisco (89%), Michoacán (89%), Querétaro (86%) y Tlaxcala (85%). (Fuente: Inegi).
No solo los sacerdotes, sino y sobre todo los obispos católicos se han constituido en auténticos líderes y en fuentes excepcionales de poder espiritual, cultural, político, social y económico, así les pese a “los jacobinos de la época terciaria” (a los falsos masones), como lo parafraseo del poeta de La Suave Patria, Ramón López Velarde.
El obispo Sigifredo Noriega Barceló representa a Zacatecas, así, al estado más católico del país, y encabeza una poderosa diócesis con 112 parroquias y más de 240 sacerdotes que despliegan su trabajo evangélico en toda la extensión diocesana, que comprende además a varios municipios de Jalisco.
Sigifredo Noriega Barceló es un líder carismático, ilustrado, sencillo y abierto al diálogo plural y dispuesto a trabajar por Zacatecas. En lo personal tuve la fortuna de participar (hace tiempo) con él en un conversatorio público radiofónico por la paz, en el que mostró humildad y voluntad, alejado de cualquier expresión de soberbia.
Después de la hegemónica Iglesia Católica, está enseguida la representada en Zacatecas por los protestantes/cristianos/evangélicos, con cientos de núcleos de promoción en los municipios. Por cierto, es ésta la organización religiosa con el mayor número de centros de atención contra las adicciones en la entidad y que sirven con gran nobleza.
En México, de acuerdo con el Inegi, existe un censo de casi 98 millones de católicos, que representan el 78 por ciento del total de la población nacional.
Le siguen en número los protestantes/cristianos/evangélicos, con más de 14 millones de fieles, que equivalen al 11.2 por ciento.
Tal vez por la fuerza numérica y por la influencia de los católicos en el país, es que las dos candidatas a la presidencia de la República acudieron al Vaticano a saludar al Papa Francisco.
Las iglesias serán componente esencial para la pacificación de México, muy a pesar de los ateos que suman en la República a 3 millones de personas.
¿La revancha de dios?
Lo sucedido la semana pasada en México, reproduce por mucho lo descrito por el sociólogo francés Gilles Kepel en su memorable libro La Revancha de Dios (1991), en el que describe el retorno por sus fueros de las principales religiones monoteístas del mundo y el fracaso de los proyectos políticos, en específico del marxismo/leninismo radical, el que declaró a las religiones como “el opio del pueblo”.
Gilles Kepel explica justificadamente que el mundo global actual no puede entenderse al margen de la influencia que aportan las religiones.
Esta razón histórica es avalada hoy en día por los hombres y mujeres de la izquierda mexicana en el poder público, incluso por aquellos ateos por la gracia de Dios.