AGUASCALIENTES. Cuatro orejas y un rabo cortó Andrés Roca Rey en la séptima corrida del Serial Taurino de la Feria Nacional de San Marcos, saliendo a hombros en una pletórica tarde en la que se impuso a corazón abierto en las dos faenas, que firmó a un gran lote de la ganadería de Corlomé, destacando su segundo, que mereció los honores del arrastre lento.
Joselito Adame cortó una oreja en una tarde en la que estuvo con una gran maestría y determinación. Por su parte, Diego San Román tuvo el lote más complicado; incluso su sombrero no ofreció opción alguna.
En tanto, el rejoneador Javier Funtanet tuvo una importante actuación con el toro que abrió plaza, de la ganadería de Peñalba.
LA TEMPLANZA DE FUNTANET
Granjero, de Peñalba, fue el astado que abrió plaza y que correspondió a Javier Funtanet, que brindó su actuación al público que abarrotó la Monumental Aguascalientes.
Se rodó con mando y torería, asentándose con el ejemplar para colocar un rejón de castigo. El animal fijo en el caballo acudió con emotividad y transmisión, permitiendo el lucimiento a Funtanet, que dejó las dos banderillas en todo lo alto.
Toreó con templanza, de costado, dejando al paso la clase y la evolución. Faena con ritmo, siempre llevando sobre la mente el paso siguiente y consiguiendo lucimiento en cada una de las ejecuciones de las suertes.
Continuaron las notas acompasadas, además de la variedad y buena ejecución. No obstante, tuvo un pequeño susto, ya que el caballo resbaló al concluir una pirueta.
Fue acortando la distancia, dejándose llegar mucho al toro, temerario y sin miramientos. Al finalizar la apuesta con el carrusel, en banderillas cortas, comprometió mucho al pasar por dentro. Malogró su faena con el Rejón de Muerte.
JOSELITO Y SU SERENIDAD
Joselito Adame toreó con mucho mando por verónicas a Alquimista, de 534 kilos, de la ganadería de Corlomé, el segundo de la tarde al que remató con pinturera media.
Quietud serena del hidrocálido en un quite combinado por chicuelinas y tafalleras, logrando mucha emoción en los tendidos.
Brindó la faena a su gente, a su afición, y por derecho y a pies juntos abrió con la muleta. En los medios, esperó al de Corlomé, y como dueño de la escena, Joselito toreó en la verticalidad, sin forzar al astado; también por el izquierdo, con clase, embelesado en una serie portentosa que rubricó con el martinete.
Continuó por el pitón izquierdo, templado y con clase ante un ejemplar que fue yendo a menos.
A más fue la actitud de Adame, que puso sentimiento, gustándose y mostrando a un torero plagado de firmeza, con soltura y naturalidad, y acortando las distancias, muletazo cambiado y el de pecho, con alardes de valor.
Una dosantina deletreada estalló la emoción de un público cautivo, concluyendo con las luquecinas.
EL TEMERARIO ROCA REY
El tercero de la tarde, Bien Llegado, de 489 kilos, del hierro de Corlomé, para el torero peruano Andrés Roca Rey, que cuajó una faena de mucho poder, de aguante, siempre quieto, determinado en las series y consiguiendo los buenos muletazos con base en ese valor sereno sin olvidar la temeridad.
El torero peruano consiguió el convencimiento general, porque siempre le sobra el alma, y por ello se fundió en el poder, extrayendo muletazos de valía, estando siempre ahí, con el firme propósito de llegar a más y terminando con la clase y el mando ante un animal que buscaba la huida.
La rúbrica fue una gran estocada, cortando dos orejas de peso.
FIEL PRECISIÓN
Invicto fue el cuarto de la tarde, también del hierro de Corlomé, con el que Diego San Román se adornó en un quite por caleserinas que remató con vistosa revolera.
El astado llevaba la cara arriba y se quedaba muy corto; condiciones que no fueron determinantes para un torero que se asume con el entero valor.
El de Corlomé tuvo nobleza pero no determinación, por lo que el muletazo le impedía ligar. Tuvo que poner el cuerpo y llevar la muleta retrasada, pero el ejemplar fue soso y deslucido en esta parte de la faena.
San Román no se quedó con nada, pero ante un ejemplar que se desfondó los pasajes finales no tuvo el mismo eco.
Fiel a su precisión, Diego San Román se tiró a matar para dejar una gran estocada. Saludó con fuerza en el tercio.
CIERRE COMPLEJO
Joselito Adame tuvo un buen saludo con el quinto, De Palabra, de 522 kilos, de Corlomé. Brindó su faena al ganadero Sergio Lomelí y firmó los primeros muletazos por pitón derecho.
El animal se fue definiendo, desplazándose, embistiendo con una emotividad que poco a poco fue atemperado Joselito Adame.
En los medios lo llevó con la muleta retrasada, pero el toro punteaba, así que surgió la firmeza del hidrocálido, que cambió los procedimientos y lo toreó por el izquierdo, sacando muletazos de mérito.
El ejemplar se desplazó cada vez menos, sin dejar esa brusquedad, y por eso, en el ecuador de la faena le robó los derechazos, y en ese tenor se mantuvo.
Pesado estuvo con la espada por lo que escuchó un aviso y los pitos del público.
El séptimo San Marqueño, de 508 kilos, fue para el torero queretano Diego San Román, que hizo vibrar al público con el quite por gaoneras.
El astado fue a menos, pese a la entereza que mostró el queretano que nunca se dejó nada.
El ejemplar cambió de lidia y terminó por rajarse. Se metió entre los pitones, sin dar un paso atrás, siempre con el alma y el corazón por delante, y el valor sobre la piel.
Toreó por dosantinas y se puso de rodillas, a sangre y fuego, en lo que fue un auténtico arrimón. Pesado estuvo con la espada, retirándose entre palmas.
Joselito Adame regaló un toro, del hierro de Corlomé, que tuvo embestidas muy cortas, deslucido, que ofreció todo a cuentagotas.
Diego San Román tampoco tuvo las opciones con Noveno, segundo de regalo, un astado deslucido completamente que no tenía un solo pase.