Municipios en su laberinto, el Artículo 115 y Miguel Varela
Los litigios, los pleitos y los diferendos entre estado y municipios zacatecanos que, hoy más que nunca se han vuelto más evidentes, han colocado en el centro del debate público la figura política del alcalde capitalino Miguel Varela Pinedo.
Y hay que decirlo con todas sus letras: la polarización es un obstáculo para el desarrollo y la prosperidad de nuestra entidad, que mucho distrae la energía del pueblo de los asuntos fundamentales y los remite a un laberinto sin salida.
La pregunta obvia que debemos hacernos es la siguiente: ¿A quién corresponde poner orden y conducir con sensatez las relaciones de los actores sociopolíticos en Zacatecas?
Lo cierto de todo es que sin una bien articulada política municipalista, que involucre con visión progresista y planeación estratégica (con sentido de unidad) a los 58 ayuntamientos de nuestro estado, será imposible trazar una adecuada ruta de desarrollo integral para Zacatecas.
Ante los profundos problemas que padece el estado, asociados a los niveles de estancamiento económico y a los derivados de la pandemia criminal, ahora se suma otro preocupante de envergadura psicológica, vinculado a las obsesiones patológicas, de aquellos que han pretendido llevar a los municipios la lucha encarnizada por el control del poder político, con miras a la sucesión del 2027. Ésa es también ceguera e ineptitud.
¿Quién tiene la razón jurídica en los actuales pleitos entre la autoridad estatal y la presidencia municipal de la capital?
Por qué no revisar estos litigios a la luz de los postulados formulados por el Artículo 115 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, para resolverlos con prudencia y madurez, con la finalidad de que no atenten en contra de la inteligencia y el desarrollo de los zacatecanos.
El Artículo 115 afirma que los Estados y el Gobierno de la República adoptarán para su régimen interior, teniendo como base de su división territorial, política y administrativa, al municipio libre, independiente y soberano.
Lo anterior quiere decir, entre otras cosas, que cualquier decisión de políticas públicas de los estados y la Federación tendrán que considerar el respeto a las decisiones de los municipios mexicanos. ¿Pero cuáles son sus potestades jurídicas?
El párrafo cinco del Artículo 115, en su inciso “a”, otorga facultades al municipio para “formular, aprobar y administrar la zonificación y planes de desarrollo urbano, así como la definición de programas en materia de movilidad y seguridad vial”.
Pero no solamente eso. La Carta Magna, en sus fundamentos jurídicos, obliga a Federación y estados, en la elaboración de proyectos de desarrollo regional, garantizar la participación de los municipios.
Igualmente, el Artículo 115 faculta a los municipios a “autorizar, controlar y vigilar la utilización del suelo, en el ámbito de su correspondiente jurisdicción”, así como a intervenir en la regularización de la tenencia de la tierra. Extender licencias y permisos para la construcción, es otra de las potestades de los ayuntamientos.
Si nos atenemos a los fundamentos legales incluidos en la Constitución General de la República, diremos entonces que al alcalde Miguel Varela y al ayuntamiento de la capital del estado, le asiste la razón jurídica de exigir respeto a su facultad de dictar y definir acciones en materia de movilidad y seguridad vial.
Pero el tema de fondo, no es determinar qué personaje político pierde y/o triunfa, sino cómo se construyen consensos para que la ciudadanía resulte beneficiada de las políticas públicas y no solo un grupo o dinastía.
Se requiere, hoy, de sensatez, racionalidad y prudencia política para conducir las relaciones con los gobiernos de los 58 ayuntamientos y con la ciudadanía zacatecana. Hay que jubilar a la sinrazón y las obsesiones, que solo conducen a la polarización.
Ayuntamientos en su laberinto
Un estudio reciente de la UNAM sobre los municipios zacatecanos dibuja en su radiografía cómo se encuentran paralizados, en su mayoría, por las elevadas deudas, las excesivas burocracias, los presupuestos limitados y la carencia de planes y programas para incentivar el desarrollo.
Rescatar a los municipios zacatecanos del laberinto de la ineficiencia en que se encuentran, es una de las más altas prioridades, si se pretende promover la prosperidad de Zacatecas.