REVOLCADA DE VARELA Y RODRIGO
Brutal agarrón se dieron el alcalde Miguel Varela y el secretario Rodrigo Reyes. El primero acusó, a nivel nacional, que el proyecto del viaducto elevado es “el robo del siglo” y amenazó con ir este martes a la mañanera de la presidenta Claudia Sheinbaum para exponerle la inconformidad por la obra. Pero no contaba con la respuesta de Rodrigo en su faceta de luchador. Junto a un colchón de dudosa procedencia, el secretario reviró que “lo que sí es un robo es quitarles la seguridad social a los trabajadores”. Y hasta le zumbaron los oídos al director del Issstezac, Nacho Sánchez. Reyes defendió que el crédito de la seguridad en Zacatecas es todito del gobierno estatal y a Varela le recomendó “que mejor se ponga a limpiar”. Para completar el folclórico ring se subió Lupita Flores, jefa de Servicios Públicos de la capital, que trepando el colchón a una camioneta señaló: “las verdades duelen”. Y la verdad es que, en la política zacatecana, pura máscara contra máscara.
PROTOCOLO DE LA VERDAD
No contento con el show que protagonizó con el Ayuntamiento de Zacatecas, el secretario de Gobierno, Rodrigo Reyes, anunció un “protocolo de la verdad”. Y no, no es broma. Aseguró que la ya vieja gobernanza ahora le va a enseñar al pueblo cuáles son fuentes de información falsa y cuáles son las meras, meras, las de “información válida”. Todo a juicio de las autoridades gubernamentales y con “ideas frescas” de periodistas porque, juran, los van a invitar a todos (¿empezando por los de la nómina estatal?). Pero hay más: el “protocolo de la verdad” se aplicará primero entre jóvenes y… ¡mujeres!, un sector en el que, claro, el gobierno del estado goza de buena credibilidad. “La desinformación es algo muy común, que genera un gran daño en nuestras sociedades”, advierte el secretario, por eso, mejor confiar en los expertos. Porque ni modo que a estas alturas no hayan aprendido de memorables crisis originadas justo por la desinformación o la nula información oficial, ¿verdad?
ENTRE JALISCO Y AGUASCALIENTES
El secuestro y liberación de Brenda Montañez, presidenta del DIF de Villa Hidalgo, Jalisco, sucedió en Aguascalientes. El gobernador de Jalisco, Pablo Lemus, y el fiscal de Aguascalientes, Chuy Figueroa, reconocieron que así fue. Pero este último aventó la piedra y escondió la mano, reportando que Montañez fue localizada en territorio zacatecano, aunque en el operativo interestatal que se armó admitiera que ese caso sí es de allá. Víboras hidrocálidas cuentan que Figueroa está a unos días de irse y ya hay aspirantes para su relevo, mientras activistas de aquella entidad pedían desde antes su destitución y en Aguascalientes enfrentan serios avances de la inseguridad.
¡OTRA DE NEPOTISMO!
Ahora que todos en Morena se dan golpes de pecho para frenar el acomodo de familiares, siguen destapándose estos casos de influyentismo. Otro capítulo de nepotismo queda para la historia de la actual Legislatura. El villano del cuento es el diputado Beto Lamas. El migrante priísta movió sus influencias para que se le otorgara un contrato por honorarios a su hermano José Luis Lamas. Las lenguas viperinas ya pronostican el final de la historia: gradualmente José Luis se acomodará para incrustarse para siempre en la nómina, junto a la parentela que ahí han sembrado diputados de legislaturas pasadas como Lolo Hernández, Lupita Adabache, Gaby Pinedo, Osvaldo Contreras, Karla Valdez, entre otros.
PLANILLA DE GIMNASIO
Los ponzoñosos sindicales cuentan que por más que quieran ocultar el pacto entre Israel Chávez, líder del SUTSEMOP, y Carlos Acevedo, aspirante a sucederlo, su relación es demasiado evidente. Tanto que hasta el SUTSEMOP ofrece descuentos para los agremiados en el gimnasio de Carlitos. O sea, el líder sindical y el trabajador del Poder Judicial hacen negocios y levantan pesas juntos. Los seguidores de Acevedo presumen “en el SUTSEMOP tenemos un campeón”, en relación al peso que puede levantar. Pero otros dicen que eso no le sirve de nada a la burocracia, y dudan que solo por conformar una “planilla fit”, o de musculosos, vayan a seducir a la base trabajadora.