ZACATECAS. El subcampeonato del joven mexicano Isaac del Toro en el Giro de Italia 2025 es una victoria que vislumbra brutalmente las carencias estructurales del ciclismo nacional. Su hazaña histórica como primer mexicano campeón de los jóvenes, segundo lugar de la clasificación general y portar la Maglia Rosa durante varias etapas del Giro no celebra el sistema mexicano, sino que exponen su obsolescencia.
La paradoja es cruel: Del Toro desarrolló su talento en el exitoso proyecto A.R. Monex Pro Cycling Team, una escuadra conformada por ciclistas juveniles mexicanos en Europa que funciona como plataforma para desarrollar talentos de alto nivel. ¿La moraleja? para que un mexicano triunfe internacionalmente, debe abandonar México.
El caso Del Toro demuestra que el talento nacional existe, pero requiere infraestructura europea para florecer. Mientras nuestros dirigentes se fotografían con medallas ajenas, después de casi 30 años regresa un mexicano al World Tour —una estadística que debería avergonzar, no enorgullecer.
La urgencia de una base (campamento) en Europa no es capricho, es supervivencia competitiva. El A.R. Monex Pro Cycling Team, asentado en San Marino, Italia funciona porque ofrece lo que México no puede: competencias constantes de alta exigencia y un amplio equipo multidisciplinario. Es la confesión implícita de que nuestro sistema es un cementerio de sueños deportivos.
El éxito de Del Toro no valida el ciclismo mexicano; lo condena. Cada pedalada suya en territorio europeo es un recordatorio de las y los miles de talentos ciclistas en México que se preparan en carreteras deplorables, con bicicletas obsoletas y con pocas competencias al año por la falta de recursos.
La verdadera pregunta no es cuántos Isaac del Toro produciremos, sino cuántos años más tendremos que esperar para que otro mexicano florezca en esos niveles, mientras fingimos que sus triunfos son nuestros cuando en realidad son la evidencia de nuestro fracaso sistémico.