Dos errores no hacen un acierto, pero sí hacen una buena excusa
No existe nada más liberador, de la aterrada alma, sobre todo en estos años de muchos balazos y más ideológicos bandazos, que revisar los diarios y leer declaraciones cada día más aterradoras, que el linchamiento mediático de los expulsados mediante el exorcismo político. Y si de leer se trata, me quedo con Marx y Lenin. Cada quien que escoja al que quiera, total, algunos piensan que Lencho Córdova y Ciro Murayama son intelectuales (uyyyy qué miedo).
Hay alboroto en el rancho. Si algo nos faltaba, por fin aconteció: funcionario público importante excomulgado por los diputados Torquemada, llamados a exorcizar (a petición de la mano que mece la cuna) a un ciudadano incómodo políticamente. Si alguno tuvo la fuerza necesaria y se atrevió a seguir en las redes la sesión legislativa de desafuero, del denominado Julio César “N” (chale, que mamilas), se pudieron dar cuenta del bajísimo nivel de debate de los actuales legisladores (una diputada habló del caso bíblico de Poncio y Pilatos, que fueron dos grandes cuates, allá en la época en la que los leones comían cristianos). Y ya ni hablar de los principios y valores de algunos Torquemada y del momento en que comenzaron a brotar lágrimas y mocos de los asistentes y mirones, al enterarse de lo difícil que fue su trabajo y resolución.
Yo salí directamente al hospital, pues tenía la presión baja y salmonelosis (bueno esto no tiene nada que ver con la historia, pero las gorditas de buche estaban con madres). En sueños veía la imagen del desaforado presidente haciendo ejercicio y pensando que sus amigos estaban con él hasta la cárcel, digo, hasta la muerte, o chingao, en las buenas y las malas pues. Pero en política no hay mejor amigo que el que está fuera de la competencia y la neta que muchos hasta suspiraron y armaron la carne asada.
Mientras esta historia, digna de la Rosa de Guadalupe, acontecía, en la presidencia municipal muchos Godínez pasaban aceite, otros rezaban, otros estaban con las caguamas enfriándose para celebrar el hecho, pensando en cómo habrían de acomodar las piezas del tablero: “El Patotas que se vaya a la secretaría fulana, yo me quedo en la sutana y mandamos a la chingada a esos méndigos comecuandoay que nomás llegaron por lambiscones, es más, ni priístas son”. La verdad es que cuando se suscitan situaciones de esta naturaleza, los Torquemada no se imaginan el desmadre que arman, total quedando bien con quien deben ya la hicieron.
Así, nuestros republicanos legisladores trabajan día a día, ganándose cada centavo con el sudor de sus conocimientos jurídico-parlamentarios. Y qué mejor que dedicar sus democráticos esfuerzos a instituciones como el desafuero en lugar de andar pensando en pendejadas como el aborto (vade retro, satanás) o ese tipo de cosas del demonio que solo envenena la convivencia civilizada y cristiana. Esa bola de comunistas, deberían de irse a vivir Venezuela, para que sean felices y dichosas y dejar de andar fregando en este cristiano y piadoso rancho.
En fin, que, por gracia del Señor, en nuestro ranchito sucedieron cosas que nos pusieron en el plano nacional; olvídense de los crímenes que en el país están igual y que no podemos tener turismo ni economía boyante, porque a nuestros inteligentes funcionarios no se les ha ocurrido un tour por los lugares en donde Julio César “N”, estuvo planeando sus horribles actos que ahorita lo traen a salto de mata. Pero hay un dios, que todo lo ve y todo lo juzga (según dicen nuestros jueces) y mientras las cosas suceden vamos por otros gorditas de yesca (tapa arterias), para arreglar esta salmonela.