Aimé Alanís Pérez, psicóloga clínica, advirtió que los riesgos de no brindar atención emocional y psicológica a un menor que fue violentado sexualmente puede derivar en problemas que van desde la depresión hasta el suicidio.
La especialista explicó que el abuso sexual no necesariamente implica la violación del menor, “puede ser desde un tocamiento, hasta sin tocar a la víctima porque es posible que le muestre vídeos o tomarle fotos”.
Agregó que esto deja secuelas para la víctima, quien puede tener trastornos afectivos, perturbación en su desarrollo psico-sexual, problemas de depresión, “consecuencias que tienen que ver con autolesiones y hasta el suicidio”.
Estos casos llegan a afectar hasta el núcleo familiar, “lo que ocurre es que generalmente es alguien cercano, algún docente o entrenador; entonces cuando el menor habla se genera un caos, confusión y muchas veces termina en la ruptura familiar”.
Recordó un caso en el que una menor era acosada por su tío abuelo, “entonces la familia se divide, porque hay quien le cree y quien no, entonces en muchos casos no es denunciado el hecho y lo dejan así”.
Alanís Pérez precisó que esta conducta es incorrecta porque el menor es quien paga las consecuencias.
Reconoció que actualmente el abuso sexual infantil es más visible “pero es una práctica que ha ocurrido por mucho tiempo y sobre todo se tenía como un secreto de familia. Me ha tocado ver casos donde el agresor es un hermano mayor y abusa sexualmente de la hermana o la viola”.
Es ahí cuando la familia entra en el debate respecto de denunciar o no y llevar un proceso terapéutico, “la misma familia dice que uno no debe meterse por ser un asunto de familia y existe una cuestión patriarcal donde hay desigualdad”.
Para finalizar, indicó que el mayor impacto es para la víctima “pues al no ser tratado de manera adecuada y no tienen una red de apoyo emocional no desarrollan habilidades emocionales y pueden generar problemas emocionales, de adicciones, tienen problemas en su desarrollo sexual o bien pueden ser retraídos o hipersexualizados”.
Además de estar relacionados con conductas en las cuales pueden autolesionarse como cortarse los brazos y llegar hasta el suicidio.
La salida para evitar estos conflictos de acuerdo con la especialista es atender y escuchar a los menores, creerles y denunciar la presunción de abuso sexual, “porque les ayuda mucho tener el apoyo familiar y obtener la justicia legal, además del proceso terapéutico”.