El general Miguel Riquelme Solís, División del Norte
“El gobernador Miguel Ángel Riquelme Solís nació el 18 de septiembre de 1970 en Torreón, Coahuila. Es Ingeniero en Sistemas Computacionales, por el Instituto Tecnológico de la Laguna. Dentro de su trayectoria en el sector público, fue presidente municipal de su natal Torreón; en la administración pública estatal se desempeñó como secretario de Gobierno, de Desarrollo Social y de Desarrollo Regional de la Laguna.
Fungió como diputado local por el 12 Distrito en la LVII (57) Legislatura, donde fue presidente de la Junta de Gobierno y coordinador de la Comisión de Seguridad Pública.
También fue diputado federal por la LVI (56) Legislatura donde se desempeñó como secretario de la Comisión de Desarrollo Metropolitano, además de ser integrante de las comisiones de Presupuesto y Cuenta Pública, así como en la de Fortalecimiento al Federalismo”. Vaya currículum. Puede usted revisar esta semblanza en la página oficial del gobierno de Coahuila de Zaragoza, estimado lector.
Miguel Riquelme dejará la gubernatura del estado vecino el día último de noviembre. Lo sucederá en el cargo Manolo Jiménez Salinas, joven político emanado de las filas del Partido Revolucionario Institucional que ganó la gubernatura a través de la Alianza por la Seguridad, integrada por el PRI, el PAN y el PRD con amplia diferencia de sus competidores de Morena y PT, principalmente.
A abril de 2021, de acuerdo con Mitofsky, en una entidad de casi 3 millones de personas, Miguel Ángel Riquelme era evaluado como el sexto mejor gobernador del país. El dato se hace relevante cuando vemos que los primeros cinco lugares son ocupados por gobernadores que, en promedio, no han cumplido dos años en el cargo (menos de 20 meses), son considerados “novedosos” y no han vivido el desgaste del ejercicio gubernamental.
Entonces, ¿qué debemos inferir de la evaluación tan positiva de un gobernador después de 65 meses de ejercicio de gobierno -a la fecha de la medición- que lo hace uno de los mejores del país, a pesar del ocaso de su mandato?
Quizás en este aspecto los coahuilenses podrían darnos más luz. Pero lo que alcanzamos a apreciar, en una mera generalidad por supuesto, tiene que ver con varias esferas: primero, la seguridad.
Coahuila es una de las entidades del país que goza de mayores niveles de seguridad desde el gobierno de Rubén Moreira Valdez. En dos sexenios, pero particularmente en el de Riquelme, Coahuila se consolidó como estado seguro. Seguridad es tranquilidad. Tranquilidad es certeza. Certeza es bienestar.
Segundo, la economía. Las diferentes zonas geográficas del estado del norte gozan de un dinamismo económico que arroja diversas oportunidades de empleo, crecimiento y calidad de vida basado en una estabilidad laboral y empleos competitivos. La Laguna, Saltillo, Monclova, Piedras Negras, entre otros lugares, han desarrollado diferentes vocaciones y han despegado a pesar de limitaciones geográficas, condiciones climáticas y adversidades distintas.
Tercero, el orden político. No se puede entender una elección como la que vivieron los coahuilenses -y sus resultados, por supuesto- si no hubiese una condición de organización, estructura y entendimiento entre los actores políticos locales para tejer una amplia y consolidada red de apoyo al gobierno actual y a la opción político-gubernamental que representa Manolo Jiménez en la sucesión.
Y precisamente por esto último es que el nombre de Miguel Riquelme tendrá futuro manejo político. En rueda de prensa, le preguntaron al gobernador coahuilense qué haría [se infiere que al término de su mandato] y éste respondió socarronamente: “la embajada ya no me la gané, ya la perdí” [en referencia a las embajadas que se han dado a otros ex gobernadores priístas que entregaron la estafeta en sus estados a su oposición, Morena]. Luego dijo “ya no habrá embajada para mí y tampoco voy a vender semitas (…) tranquilamente voy a seguir el rumbo que debe seguir un ex gobernador, que es guardarse un ratito. Si la circunstancia y la política me dan la oportunidad de seguir más adelante, qué bueno, pero seré respetuoso, muy respetuoso, del gobierno de Manolo Jiménez”.
Soy uno de los que opina que las credenciales del gobernador Riquelme hablan por sí mismas; estamos ante un personaje que, sin duda, debe estar en la vida del país por lo que represente. Así que no tengamos dudas: la circunstancia y la política habrán de confabular para darle la oportunidad a Riquelme de desplegar sus habilidades mariscales en el territorio mexicano para construir y consolidar una opción política distinta a la que hoy representa el gobierno federal.
No sé usted, pero yo no me lo imagino en el retiro ni un minuto. Muy por el contrario, tengo la impresión de que Riquelme, fuera de los reflectores, habrá de convertirse en un General de la vida política gubernamental y partidista, y con ese rango fácilmente podría estar a cargo de la construcción de una División del Norte que, desde el PRI, pueda incidir en espacios políticos para que las elecciones del próximo año tengan una perspectiva más alentadora para la oposición a Morena.
Así que no lo dude: es posible -y muy factible- que Miguel Riquelme sea requerido para que se haga cargo de tareas políticas que, desde el norte del país, ofrezcan una alternativa profesional, sólida y efectiva que den esperanza, confianza e identidad al priísmo y, desde esa esfera, haya mayor competitividad y calidad en la contienda electoral de 2024. Al tiempo.