El espíritu de un capataz codicioso que fue ahorcado por el pueblo acecha a los alumnos, docentes y personal de la primaria Revolución, pues esta escuela se construyó sobre los escombros de una mina que sufrió un terrible accidente.
La producción de esa vieja mina disminuyó con los años y debido a un riesgo de derrumbe, los dueños decidieron cerrarla definitivamente. Sin embargo, el capataz quería más y más riqueza por lo que decidió que la mina continuara su operación para sacar un beneficio personal, lo que causó la muerte de varias personas.
La gente del pueblo, enfurecida por la decisión del capataz, se reunió y con una soga lo colgaron de un pirul que ha permanecido por años en la misma zona y que ahora se encuentra en el patio central de la escuela, donde a la luz de la Luna se observa la silueta del hombre colgado, que se mece con el viento.