Y los domingos los museos son gratis
Ya es viernes y estamos saboreando el fin de semana. Ante la duda de qué debemos hacer con estos días de asueto, cabría hacerle una propuesta: acuda a los museos de la ciudad porque los domingos son gratis. Nada mejor para aprovechar una tarde dominical que admirar las obras de artistas zacatecanos y no zacatecanos.
Sin embargo, esta medida que tuvo como objetivo principal democratizar el acceso a la cultura y el arte, no ha estado absuelta de discusiones acaloradas sobre el beneficio o perjuicio de la gratuidad en los museos. Porque como bien lo sabe, estimado lector, todo en esta vida cuesta y la cultura, aunque no nos guste admitirlo, también.
Esta historia de la gratuidad de los museos comienza en pleno siglo 19, cuando colecciones antes reservadas a la vista de aristocráticos personajes, se abrieron al público bajo la consigna revolucionaria de que el arte era del pueblo para el pueblo. A partir de ahí comenzó el nacimiento de instituciones de carácter público que albergaron colecciones de arte, objetos históricos y exóticos que personas adineradas -fueran de la realeza o no- habían coleccionado por siglos.
El museo británico se jacta de ser la primera entidad museística pública del mundo con entrada gratuita para sus ciudadanos (aunque el Ashmolean fuera propiamente el primer museo británico, no se tiene claro su carácter público). Creado en 1759, expone hasta la fecha el vértigo coleccionista de Hans Sloane, un naturalista británico que reunió objetos curiosos de todo el orbe.
Sin embargo, en un inicio la gratuidad estaba reservada a quienes con bastante anticipación reservaran un espacio para un recorrido guiado especial, siendo hasta 1830 cuando la institución abrió sus horarios y puertas para todos.
A partir de ahí la fórmula se empezó a replicar en varios sitios de Europa durante todo el siglo 19, época en la que nació el museo tal y como lo concebimos ahora. Nuestro país no fue ajeno a esta transformación ideológica en torno a las colecciones.
Ya en el siglo 18 existió en la antigua capital de la Nueva España, un gabinete de Historia Natural que pretendía mostrar los objetos curiosos que se habían recopilado gracias a los viajes de diversos exploradores europeos y del cual, según se dice, estaba totalmente abierto al público.
El primer museo nacional llegaría a nuestro país después de la Independencia con la creación del primer Museo Nacional, antecesor del museo de Historia de Chapultepec y del cual, también se ha señalado, era un recinto gratuito.
Con el tiempo este tipo de espacios comenzaron a proliferar, tanto que a la fecha y según el sistema de información de la Secretaría de Cultura, tan solo en México tenemos 1 mil 613 museos de carácter público y privado, entre los que, gracias a estadísticas del Inegi, podemos conocer que el 58.9 por ciento son totalmente gratuitos, mientras que el 22.8 por ciento cobra una cuota de ingreso y el 18.3 por ciento promueven la gratuidad en un día específico de la semana.
Lo que significa que más de la mitad de los museos de nuestro país son gratuitos, garantizando el acceso libre y democrático al arte y la cultura.
Sin embargo, cabría preguntarnos ¿esto aumenta realmente el número de visitantes? La respuesta puede ser variable y requeriría un estudio de públicos más detallado. Pero a pesar de los esfuerzos institucionales por dejar estos espacios libres de cuotas, aún falta mucho para que la gratuidad sea un incentivo de peso para llenar las salas de expositivas de estos espacios (al menos en México). ¿Falta difusión? ¿promoción? ¿alternativas de exposiciones y actividades? Las preguntas las dejo al aire.
Finalizo recordando que los museos resguardan −y de cierta manera administran−, el patrimonio y la memoria de colectivos: tener acceso a ellos significa un gran avance propiciado por la modernidad y las nuevas formas de entender a apropiación de lo cultural y lo simbólico, convirtiéndose en un derecho de todos. Hagamos lo propio y reencontrémonos con nuestros museos, al fin y al cabo, los domingos son gratis.