No hay sistema joven
Todos los días se gastan cantidades considerables de energía eléctrica en asegurar lo que es la realidad, al menos en intentarlo. Que si estamos bien, que si antes estábamos mal o que si, como dijo Cantiflas, ahora estamos mejor porque sabemos que estamos peor, o algo así.
La cuestión está en el esfuerzo cotidiano por definir qué es lo que sucede, cómo y por qué. Hay una lucha permanente en encontrar, día con día, qué es lo que debe de considerarse como real y qué no.
Afortunadamente, tenemos televisión, radio, Internet y todas las fuentes digitales electrónicas que puedan caber en la pantalla de un teléfono celular disponible en cualquier Oxxo, aparatitos que cada vez se usa más para múltiples tareas, y menos para hacer llamadas, eso que endenantes, solía hacerse con los teléfonos.
A través de la pantalla de un teléfono se expresa amor, celos, ternura, coraje, pasión, deseo, tristeza, nostalgia y toda esa gama de diferentes emociones y sentimientos que vienen y van en la vida de los expresivos usuarios. Cuestión de meterse a revisar comentarios de alguna polémica publicación para entretenerse identificándose con otros, aunque sea estando en contra. Se expresa identidad.
Lo primero que se hace al despertar es apagar la alarma de un teléfono que anuncia que ya se llegó el comienzo de un día, aunque el modorro cuerpo todavía no se entere muy bien. Lo último que se hace, es programar la alarma para mañana, después por supuesto, de haber echado un ojo a la realidad “externa”, ésa que está siempre actualizándose y disponible a través de las redes sociales virtuales.
El teléfono se ha vuelto indispensable para existir, al menos para sentirlo. Cuando alguien no contesta su teléfono es momento de preocuparse, es decir, ¿qué cosa tan importante podría estar sucediendo para que alguien no responda el teléfono que se puede llevar a cualquier lado?
Hay que ver la realidad, hay que vivirla, pero siempre estando también al pendiente del teléfono. En cualquier momento puede entrar la llamada del jefe de trabajo, de algún maestro de la escuela, de algún familiar, del amor, la amistad, el compañerismo o ya de perdido, de alguno de los tantos amables e insistentes promotores de tarjetas de crédito que no entienden de razones. La privacidad y los teléfonos celulares no se llevan. Hay que estar disponibles las 24 horas y los 366 días este año.
Que no se vaya a acabar la batería, que no se vayan a acabar los datos, que no se vaya a acabar la vida o las ganas de vivirla porque luego quién responde los teléfonos. Qué satisfacción producen las palomitas azules que emulan alguien del otro lado, un otro leyendo lo que sea que se tuvo que escribir y que posteriormente puede estar escribiendo también una respuesta. Acuses de recibo inmediatos para no entrar en incertidumbre. Hola soy Fulano de tal y mi número es éste, yo prometo ante todos ustedes que estaré atrás del aparato comunicador siempre que sea solicitado. Todos tienen teléfono, aunque sea uno del Oxxo, uno quebrado de la pantalla o uno que todavía se está pagando desde hace ya sabe cuanto tiempo y que ya no luce tan moderno como cuando se firmó el contrato.
Comunicarse se ha vuelto tan facilísimo que no se comunican nomás los que no quieren. Mujeres, hombres, intersexuales, asexuales, tímidos, expresivos, reservados, frustrados, todos. Los ancianos tienen teléfono, los niños también. Todos hacen videollamadas porque nada como ver con quién se está hablando, todos publican, escriben, existen porque se representan en fotos y en textos que dicen lo que quieren ser, intentando asegurar lo que es la realidad. Hola soy Fulano de Tal y existo porque tengo teléfono.
Me pone por favor una recarga de 50 pesos para poder decirle a la gente que aquí ando existiendo, que cuando me marquen y no alcance a contestarles porque estoy obrando, les voy a devolver la llamada, es más, póngame cien porque espero estos días ser muy sociable, localizable, amigable y comunicable. Espero existir en conjunto con otros que ojalá también traigan saldo suficiente para existir conmigo, voy a mandarles caritas felices, voy a ser virtualmente feliz y mandar besos virtuales, voy a existir a través de la pantalla para saber si estoy bien o estoy mal, voy a definir mi realidad… ¿Cómo dice? Cómo que no hay sistema.