El proyecto de construcción del viaducto elevado ha generado, desde su anuncio, abundantes manifestaciones, análisis, debates y propuestas alternativas. Actividad que, desafortunadamente, ha estado fuera del radar de quienes lo proponen.
El gobierno estatal, además de proveer mínima información al respecto, finge que no ve ni escucha a sus detractores.
Desde la improvisada conferencia de prensa del 11 de mayo de 2022, donde el gobernador David Monreal hizo el anuncio “…luego vamos a hacer a esta… de López Mateos con su segundo piso… desnivel… y luego, vamos a fortalecer sus otros accesos…” (NTR Zacatecas, 2022) y casi un año de negación de información sobre el proyecto, la sociedad zacatecana, a través de académicos, empresarios y protectores del patrimonio cultural, fijó su posición al respecto: ¡No al segundo piso!
Para ese tiempo ya se recordaba que dicho proyecto había sido propuesto y rechazado en 2007, donde se enfatizó la postura de Icomos sobre el deterioro del paisaje. Y al igual que hoy, ya había mucha resistencia de quienes viven y trabajan en la etapa más longeva y reducida del bulevar metropolitano.
Hoy, la historia se repite en proponer algo que, además de ser inútil, generó conmoción, más no expectativa. Desde el inicio, la sociedad se percató de algo importante: Es un proyecto que carece de legitimidad. No se consultó a los usuarios ni a los afectados y no se proporcionó información completa, solo se impuso.
Y eso provocó una fuerte resistencia en la ciudadanía. Salvo la atrocidad represiva del 8 de marzo del año pasado, no se recuerda un hecho en la historia reciente que generara tanta efervescencia ciudadana.
Ha habido todo tipo de manifestaciones y debates, desde la llevada por grupos ciudadanos que consideran un gasto excesivo e innecesario (el gran robo del siglo, le llaman), pasando por empresarios que solicitan que no se construya, hasta confrontaciones políticas entre quienes comandan la presidencia municipal de Zacatecas y los que dirigen el gobierno del estado.
¿Por qué tanta resistencia? Hay muchos motivos. Aquí se recuentan los principales: El primero es que la obra propuesta es innecesaria. Construir un puente sobre el bulevar sin acceso ni salidas adicionales (mucho menos de emergencia), donde solo accederán los que viajan desde Guadalupe hacia Ciudad Administrativa y Campus Siglo 21, y atiborrar en un espacio inferior, sombrío y pequeño al resto de los ciudadanos, no tiene sentido.
La segunda razón es el costo excesivo de construcción: ¡3 mil 650 millones de pesos! No es necesario repetir, porque ya lo ha hecho mucha gente, todo lo que se puede hacer en un estado subdesarrollado, empobrecido y marginado como Zacatecas con ese dinero, y ¿el gobierno lo piensa gastar en un inútil puente vehicular? No es una obra que mejore la justicia y disminuya la desigualdad social.
La tercera razón, aunque lateral, es válida: la protección del patrimonio cultural mundial. Los detractores argumentaron que dicho mastodonte de cemento afectará el paisaje del patrimonio cultural. Incluso Icomos ha reiterado el dictamen de 2007 de afectación.
Los impulsores del proyecto reiteran que el pomposamente llamado viaducto elevado no está en la zona declarada patrimonio cultural y como tal no hay afectaciones. Desde el punto de vista urbano, una obra de este tipo, además de deteriorar el paisaje, generará mayores conflictos y congestiones entre transeúntes, vehículos, transporte urbano y actividad económica por acceder al Centro Histórico de Zacatecas porque el viaducto elevado no tendrá accesos.
La cuarta razón es la nula disposición de diálogo y proporción de información detallada, clara y transparente no solo de este proyecto, sino de toda la propuesta mal llamada Movilidad para el Bienestar (Mobi).
El proyecto se ha informado a medias, pero no discutido. En períodos anteriores, la administración pública simulaba que hacían consultas. Ahora ni eso sucede. Todo fue impuesto opacamente. Y se utilizó el mecanismo de la publicidad para convencernos de que un proyecto de intereses particulares sea transmitido como de beneficio universal.
Los detractores no solamente criticaron, han propuesto. Existen varias alternativas que son viables, resuelven el problema del congestionamiento, no violentan la economía y vida de los vecinos del bulevar, son menos costosas y mejoran considerablemente el paisaje urbano. Todas fueron ignoradas.
Hay quienes están a favor del proyecto, casi siempre son los usuarios del bulevar que sufren la congestión vehicular. Y las redes sociales han sido utilizadas para demostrarlo. Su postura es válida, pero al analizar las reacciones es evidente que los detractores son más. Entonces, ¿por qué la insistencia de construirlo?
Finalmente, es necesario recalcar que su construcción tendrá un fuerte costo económico-social. El pueblo zacatecano pagará su financiamiento a través de impuestos y llevará muchos años saldar la deuda.
Lo más grave es que no resolverá los grandes problemas que actualmente se sufren: violencia, desempleo y precarización laboral, así como deficiencia educativa y discriminación. Muchos de los zacatecanos lo saben y no desean involucrarse en una obra costosa e inútil que solo beneficia a unos cuantos.
Lo más es triste que, hoy más que nunca, ante la resistencia ciudadana, el gobierno hace mutis y ejerce mecanismos legaloides para imponer algo que solo lo aleja más de la gobernabilidad y de la legitimidad, aunque consolida los intereses creados.
*Urbanista. Docente investigadora de la Universidad Autónoma de Zacatecas