El futbol, la UAZ y el lamentable espectáculo
Este sábado comí tranquilamente con mi papá y mi hermano. Después de platicar de variados temas, al final de la tertulia me encaminé al estadio Carlos Vega Villalba. Iban a ser algo así como 7:30 de la tarde.
Antes de estar con mis familiares, había recibido una llamada de un buen amigo, ingeniero él, orgullosamente de la Universidad Autónoma de Zacatecas. Fue quien puso en mi radar el juego de futbol entre el representativo de la UAZ contra el equipo de Tampico Madero, la final de finales para un ascenso. “Te mando mensaje”; “Ahí nos vemos”, fue básicamente el acuerdo, además de “nos echamos mínimo una cervecita”. “Ya vas”, pensé. “Hágase tu voluntad, Diosito”, suspiré.
Me estacioné en la plaza donde se encuentran varios negocios, entre ellos uno de venta de artículos para automóviles y una pizzería, ambos reconocidos. De ahí me fui caminando al estadio. Llamó mi atención que en todo el trayecto vi una gran cantidad de personas acudiendo al espectáculo deportivo.
Al llegar al punto donde nos reuniríamos el ingeniero y yo (que, por cierto, tiene una expresión maravillosa sobre sus colegas: “ingeniero que no huele a alcohol es como una flor sin aroma”, suele decir), un servidor seguía pensativo sobre la cantidad de gente que estaba viendo. Me dio gusto, la verdad, porque interpreté esa asistencia como un respaldo de la comunidad universitaria a nuestro equipo, como un espacio de recreación familiar, social y como elemento de integración comunitaria, entre otras cosas.
Tomé asiento en un espacio del estadio donde justo quedaba de frente la porra del equipo contrario; con cerveza en mano, me dispuse a ver el juego que, desde mi humilde perspectiva, se veía peleado, muy disputado, pero con dinamismo y mucha entrega por parte de ambos equipos.
Los asistentes, debo decir, tenían diferentes distintivos universitarios. La UAZ integra y une, y en las gradas eso se respiraba. La afición estaba metida en el juego, apoyando a los Tuzos. Había muy buen ambiente.
Por otro lado, una anotación: me parece que es normal escuchar de entre los asistentes a un encuentro de la naturaleza del juego de este sábado, algunas expresiones de frustración, enojo y hasta desesperación cuando las cosas no le salen bien el equipo y comienzan a interpretarse algunos sucesos en el terreno de juego como situaciones contrarias.
El punto de inflexión negativo en ello es cuando, posiblemente por la ingesta de alcohol, individuos o grupos comienzan a canalizar esa ira, enojo o desgracia de forma violenta. Lo que debe ser un espectáculo de corte familiar se convierte en un escenario de disputa estúpida con consecuencias severas. Y eso nos tocó ver el sábado.
Las menos culpables, me parece, son las autoridades universitarias y, en general, la comunidad UAZ. Es lamentable que por un cierto grupo de personas que no dimensiona la naturaleza del encuentro deportivo, ni el espíritu que tiene la competencia futbolística (considerando el contexto de que los Tuzos es un equipo de jóvenes, patrocinado por nuestra máxima casa de estudios) se salpique negativamente a la afición zacatecana.
Fue triste ver que la estupidez hizo presa de un grupúsculo de pseudo aficionados (tanto locales como algunos del equipo visitante) y mancharon lo que debería ser un evento pulcro. La brutalidad del ser humano hizo acto de presencia de manera por demás deleznable.
La actuación de la policía y del cuerpo de seguridad privado, me parece, fue rebasada por las circunstancias; esto, sin duda, debe servir como ejemplo y lección para que, quienes se encargan de la seguridad, puedan actuar de manera ágil y contundente cuando en espectáculos públicos se presenten este tipo de situaciones, donde imbéciles enardecidos y enajenados de su humanismo agreden a personas.
La UAZ, sin duda, tomará cartas en el asunto. Ya conocemos el posicionamiento de las autoridades y veremos el seguimiento que les den a determinaciones en lo que a ellos corresponde como equipo.
Lamentablemente, Zacatecas es una vez más foco de nota nacional por esos lamentables acontecimientos. A causa de un grupillo de idiotas, se ensucia un gran esfuerzo que sobre la cancha hicieron ambas escuadras y se deja de lado la maravillosa presencia de familias en el estadio.
Ojalá que, en el juego de vuelta en Tampico, ambas aficiones estén a la altura, porque confío en que sobre el terreno de juego las escuadras darán su máximo y honrarán la naturaleza competitiva del futbol. Confío en que ya no haya otro lamentable espectáculo como el de este sábado. La UAZ, sus Tuzos y la comunidad universitaria somos infinitamente mucho más que una decena de estúpidos violentos.