La cultura de paz y los desafíos a la gobernabilidad
El modelo de cultura de paz es, hoy, en todos los contextos, la mejor opción para superar los escenarios impuestos por las sociedades violentas y, además, para fortalecer las columnas de la gobernabilidad democrática, entendida ésta última como la capacidad de procesamiento de los conflictos a través del respeto a la Ley, mediante la racionalidad del diálogo plural y el combate a la impunidad.
Para que tenga éxito en una sociedad la implementación del paradigma de cultura de paz, se requiere (así lo recomienda la Unesco), del diseño de un programa de acciones estratégicas, construido mediante la integración de amplios consensos y con la participación de los actores de toda la sociedad.
Lo menos que se puede hacer en Zacatecas es dar el paso para concretar en los hechos la elaboración de un vasto programa de acciones estratégicas en materia de promoción de la cultura de paz, educación en valores y la no violencia.
Desde el nacimiento del modelo de cultura de paz, a finales de la década de los 80 del siglo pasado, coincidente con la caída del Muro de Berlín y el desmoronamiento de la Rusia Socialista, sus pilares y bases son básicamente siete y destacan los siguientes:
1) Educación en valores y la no violencia.
2) Respeto a la vida.
3) Fortalecimiento de la cultura de los derechos humanos.
4) Fomento a la igualdad y equidad de género.
5) Defensa y promoción de la libertad de expresión.
6) Impulso al desarrollo sustentable.
7) Acceso democrático y pleno de la población a las nuevas tecnologías digitales (TIC).
Para cristalizar la práctica de la cultura de paz se necesita al menos traducirla (así lo argumentan todos los especialistas) en planes y programas de estudio en todos los niveles de la enseñanza, elevarla a rango constitucional y en instrumentar amplios programas ciudadanos de capacitación en la materia, donde los medios convencionales de comunicación (y los nuevos) jueguen un rol determinante.
En las sociedades dominadas por entornos criminológicos violentos, la gobernabilidad y gobernanza se ven debilitadas a niveles extremos. Este fenómeno lo experimentamos y padecemos en la actualidad. Y la única forma de recuperar esos componentes para apuntalar la estabilidad es mediante la promoción de la cultura de paz.
Por lo menos, así lo postula Federico Mayor Zaragoza, ex director general de la Unesco y actual presidente de la Fundación Mundial por la Cultura de Paz, tal vez el organismo más prestigiado en el planeta, con sólidas investigaciones académicas, sobre la importancia de la paz y su influencia en el desarrollo de las sociedades contemporáneas.
La paz y la justicia
Mayor Zaragoza ha postulado que “la paz no solo es la negación del conflicto, la ausencia de violencias y de guerras, sino y sobre todo deberá concebirse como un proceso de promoción del bienestar, las libertades, la igualdad y la justicia”.
Esta versión moderna es lo que algunos filósofos han denominado “la paz positiva”, como le calificó el sociólogo y matemático noruego Johan Galtung, para contraponerla a la violencia estructural y cultural, así como a “la paz negativa”, fundada en el silencio de los sepulcros, que no aporta absolutamente nada al desarrollo colectivo.
Ambos personajes (Mayor Zaragoza y Johan Galtung) comparten la concepción filosófica de Erasmo de Rotterdam (1466-1536), quizá el más grande erudito del Renacimiento nórdico, quien en su obra “Elogio a la Locura” (o a la estupidez), publicado en 1511, afirmó que la paz “es la nodriza de todos los bienes de la sociedad, incluyendo la justicia”.
Por lo que significa este concepto y paradigma para el desarrollo de nuestra sociedad, será que hoy más que nunca es urgente organizar todo un movimiento colectivo, en favor de la cultura de paz y la no violencia.
Programa por la paz:
Para poder aspirar a resultados concretos y exitosos en materia de cultura de paz, pertinente es tomar la iniciativa inaplazable encaminada a diseñar un programa estratégico en la materia, en donde la educación en valores y la no violencia, sea el eje prioritario y central.